Fundación Telefónica custodia, investiga y difunde una colección de más de 70.000 piezas integrada por fondos de diferentes procedencias que, desde sus inicios, se han agrupado en tres grandes bloques: la Colección de Arte, que conserva obras maestras de pintura cubista, fotografía contemporánea y algunos de los artistas españoles más destacados de la segunda mitad del siglo XX; el Patrimonio Histórico Tecnológico, que atesora un legado de casi cien años de la historia de las telecomunicaciones; y el Archivo Histórico, que reúne fotografías, documentos y películas que atestiguan la implementación de la telefonía en España y la profunda transformación que ésta supuso. Conexiones en la Colección Telefónica presenta por primera vez estos tres fondos de manera conjunta, conectando ideas y estableciendo un diálogo entre el arte, la ciencia y la tecnología que permite contemplar, desde una nueva perspectiva, la enorme riqueza patrimonial de la Compañía, y el profundo valor de su labor a lo largo de casi un siglo de historia.
LA CIUDAD MODERNA
A finales del siglo XIX e inicios del XX, innovaciones como la electricidad, el teléfono, la prensa, la radio o el automóvil transformaron profundamente las ciudades. El espacio urbano debía reorganizarse y grandes urbes como Madrid o Buenos Aires experimentaron profundos cambios, tanto en su fisonomía como en el modo de vida de sus ciudadanos. Los artistas no fueron ajenos a la metamorfosis de la ciudad, y la integraron en sus obras. Además del Archivo Histórico Fotográfico y Fílmico de Telefónica, la exposición cuenta con testigos de excepción: las fotografías del Buenos Aires nocturno de los años treinta de Horacio Coppola, además de los creadores contemporáneos como Jeff Wall, Andreas Gursky o Philip Lorca diCorcia, que recogen con una mirada diferente el ajetreo y la velocidad de nuestras urbes, en las que el dinamismo, la movilidad de las personas, las ideas y los mensajes, forman parte de su esencia.
La velocidad - El carácter dinámico de la vida en la ciudad moderna acarreó experiencias del espacio y el tiempo radicalmente nuevas. La necesidad de estar conectados en movimiento propició la aparición de la nueva tecnología portátil, mientras que las ondas de la radio traían en directo noticias de sitios lejanos. La vibrante rapidez de los nuevos automóviles y la inmediatez del teléfono y la radio, aportaron sensaciones ni siquiera sospechadas una década anterior. Aquellos cambios en los espacios y formas de vida se dieron de manera vertiginosa y fue, en buena medida, debido a que las telecomunicaciones rompieron las barreras conocidas hasta entonces. La publicidad de la Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE) se refería por aquel entonces al teléfono como el aliado imprescindible para no quedarse atrás. En clave muy distinta, Thomas Ruff y su fotografía d.p.b. 08 del año 2000 - un barrido de un edificio de Mies Van der Rohe - asocia al gran icono de la arquitectura moderna la sensación vertiginosa de movimiento.
El rascacielos - Sin duda el rascacielos es el símbolo que mejor representa la modernidad en el entorno urbano contemporáneo. La Telefónica cuenta con su icónico edificio en el número 28 de la Gran Vía madrileña que, inaugurado el 1 de enero de 1930, fue el primer rascacielos de España. El fotógrafo Alfonso fue el comisionado para registrar con su cámara la evolución de la obra, en una suerte de time lapse de tres años. Pero en torno al rascacielos han trabajado muchos de los grandes artistas contemporáneos, como Andreas Gursky o Thomas Struth, que han fotografiado medio siglo después ciudades como Hong Kong o Nanjing. El escultor Eduardo Chillida por su parte destaca en este ámbito con su obra Down Town de 1986, un claro tributo a las geometrías que dibujan estos edificios en las ciudades norteamericanas.
Foto: Vista de la exposición. Eduardo Chillida. Down Town, 1986; Andreas Gursky. Hong Kong Port, 1994; Thomas Struth. Nanjing, Nanjing, 2002 © Conexiones en la Colección Telefónica. Espacio Fundación Telefónica, 2022.
COMUNICAR CON LO INVISIBLE
Este segundo ámbito de la exposición reflexiona sobre la fuerza comunicativa que encontramos en todo aquello que escapa al ojo humano, tanto en la tecnología como en el arte. Los descubrimientos en el campo científico que tuvieron lugar desde finales del siglo XIX, como las ondas electromagnéticas del físico James Maxwell - que permitieron la invención de la radio - los rayos X, o la primera parte de la Teoría de la Relatividad que Albert Einstein enunció en 1905 - con la que tiempo y espacio dejaban de ser valores absolutos - nos hablan de realidades invisibles que configuran nuestro mundo. Sensible a este contexto científico, el cubismo revoluciona el terreno del arte al proponer la representación simultánea de un objeto desde varios puntos de vista, rompiendo con la idea de que la pintura tenía que ser una fiel traducción de la realidad visible. En esta sección, maestros cubistas como Juan Gris, André Lhote o María Blanchard - que intentaron con sus pinturas captar la esencia invisible de los objetos - conviven con piezas del Patrimonio Histórico Tecnológico de la compañía que plasman la capacidad de transmitir y comunicar a través de ondas y frecuencias. Otras piezas contemporáneas como la serie Campos de Batalla de los fotógrafos Bleda y Rosa - que documentan paisajes sin ningún vestigio apreciable pero en los que acontecieron grandes escenas de la historia española - completan esta sección.
El cubismo - Todas aquellas transformaciones profundas que estaban redibujando el mundo, crearon el contexto adecuado para la aparición de una de las revoluciones artísticas más radicales que tuvieron lugar desde el Renacimiento: el cubismo. La forma y el color se convirtieron en los protagonistas de la obra pictórica, la representación de la imagen pasaba a descomponerse en planos y se rompía con el concepto académico del arte que imperaba desde hacía siglos. La Colección de Arte de Telefónica atesora un buen número de obras adscritas al movimiento cubista. Artistas como Juan Gris, André Lhote o María Blanchard encuentran su conexión con fotografías de Horacio Coppola y una pieza pionera de fax art de Antoni Muntadas.
Foto: María Blanchard. Nature morte cubiste, c. 1917 © Conexiones en la Colección Telefónica. Espacio Fundación Telefónica, 2022.
Ondas y frecuencias - El físico Heinrich Rudolf Hertz comprobó que la electricidad podía transmitirse por ondas electromagnéticas y, con ello, contribuyó al desarrollo posterior de las telecomunicaciones. Fue el germen de algo que transformaría para siempre la circulación de mensajes: el sonido, convertido en impulsos eléctricos, llega a una antena que los transforma y emite en forma de ondas electromagnéticas, capaces de cubrir áreas muy extensas de territorio. Marconi patentó en 1896 la radio, llamada en sus inicios «telegrafía sin hilos». Durante la Primera Guerra Mundial el sistema mejoró notablemente, y con la expansión de la radiotelefonía se aceleró la transformación de la sociedad y sus formas de vida. Sin embargo, y a pesar de permitir una conexión cada día más veloz, las telecomunicaciones requieren, con las nuevas tecnologías, espacios físicos y una infraestructura tecnológica muy compleja para hacerlo posible. Al término del ámbito «Comunicar con lo Invisible» contemplamos Internet Machine (2014) del cineasta Timo Arnall. Coproducida por Fundación Telefónica y el CCCB para la exposición Big Bang Data, esta pieza audiovisual introduce al espectador en el espacio arquitectónico y material de un data center. Se trata del Centro de Procesamiento de Datos de Telefónica (Alcalá de Henares, Madrid) y uno de los más grandes del mundo. Esa conocida «nube» que almacena millones de datos al parecer no es tan ligera e intangible como solemos pensar.
CONECTAR CONTINENTES
El tendido del cable submarino a finales del siglo XIX llegó a conectar telegráficamente Europa y Latinoamérica, algo que favoreció enormemente la conexión cultural y tecnológica entre ambos continentes y que refleja la tercera sección de la muestra. Fue en 1928 cuando el rey Alfonso XIII realizó dos llamadas telefónicas trascendentales para las comunicaciones transoceánicas desde España: la primera al presidente de los Estados Unidos, Calvin Coolidge en octubre y, un mes después, al presidente de Cuba, Gerardo Machado. Ambas llamadas se produjeron desde la sede central de la Compañía en la Gran Vía madrileña. Quedaba inaugurado el servicio telefónico de España con territorios americanos gracias a una compleja infraestructura de líneas que unían, por un lado, España e Inglaterra y, por otro, Estados Unidos y Cuba. El circuito abarcaba una longitud de más de 8.000 km, y lo completaba una red de estaciones radiofónicas que transmitían ondas de radio a través del Atlántico.
Foto: Vista de la exposición © Conexiones en la Colección Telefónica. Espacio Fundación Telefónica, 2022. Foto: Javier de Paz García.
Un viaje de ida y vuelta - El París de los años veinte y treinta era la gran metrópolis a la que viajaban muchos pintores de ambos lados del Atlántico. Se calcula que durante el primer tercio del siglo, entre el treinta y el cuarenta por ciento de los artistas que vivían en el barrio de Montparnasse eran extranjeros. Muchos de ellos se nutrieron allí de la esencia de las vanguardias y la llevaron, cocinada con sus particulares ingredientes, a sus países de origen. El intercambio de influencias estaba servido y se puso de manifiesto la enorme retroalimentación cultural que existía entre Europa y Latinoamérica. Los nuevos estilos artísticos estaban conectados a pesar de las grandes distancias. Los uruguayos Joaquín Torres García y Rafael Barradas, el brasileño Vicente do Rego Monteiro o el argentino Xul Solar, reconvirtieron la vanguardia que conocieron en Europa en beneficio de su propio y genuino lenguaje.
Cable submarino - En 1866 se consiguió instalar con éxito, por primera vez, un cable telegráfico submarino entre Irlanda y Canadá. Sin embargo, la telefonía no utilizó el sistema de cables submarinos para conectar continentes hasta casi un siglo después, en 1956, cuando apareció el llamado cable coaxial. Formado por un tubo conductor de cobre capaz de contener un número elevado de canales, mejoró enormemente la comunicación en largas distancias. El tendido de estos cables requería, además de una elevada perfección técnica, instalar repetidores-amplificadores en cables lo suficientemente flexibles para enrollarse en buques cableros. En 1965 se instala el tendido submarino PENCAN-1 desde San Fernando (Cádiz) hasta Santa Cruz de Tenerife, con 160 circuitos y 1.390 km de longitud. Y en 1973, el BRACAN-1, uniendo Brasil y Canarias, posibilitando la conexión de Europa con América del Sur vía cable submarino. Las fotografías del Archivo de Telefónica atestiguan los trabajos en la orilla y en alta mar de este tipo de operaciones.
CÓDIGOS Y SIGNOS
La comunicación es un complejo sistema utilizado por todos los seres vivos para el intercambio de información. Además del emisor y del receptor necesita un código compartido entre ambos, es decir, un conjunto de signos de la misma naturaleza y organizados en torno a unas reglas que permitan componer un mensaje con la información que se quiere transmitir. En la contemplación de una obra de arte, hablamos de interpretación, de encuentro con el significado, de comprender el mensaje del artista, de entender su código. En este ámbito de la exposición encontramos ejemplos de códigos de lenguaje visual empleados por creadores de la Colección de Arte de Telefónica, como Antoni Tàpies, Vik Muniz, Vicente Huidobro o Marina Abramović. Obras que ponemos en relación con piezas del Patrimonio Tecnológico de Telefónica, como un teleimpresor o un bastidor del equipo Tesys: máquinas capaces de efectuar acciones complejas y que precisan también de un código establecido en la secuencia de instrucciones para que el sistema funcione correctamente.
Arte como lenguaje - La estrella de cinco puntas que Marina Abramović se dibuja con una cuchilla en su propio cuerpo, las cruces o letras «Té» prueba de los timbres que aparecen frecuentemente en la obra de Tàpies, los símbolos y formas geométricas del universalismo constructivo que pueblan las obras de Joaquín Torres García, las geometrías de las tintas de Elena Asins, los trazos de la escritura abstracta de Gustavo Torner o los pantones pixelados de las fotografías de Vik Muniz son ejemplos de códigos que transmiten mensajes cifrados, y que provocan nuestra respuesta.
INCOMUNICACIÓN Y AVERÍAS
El problema de la soledad o la falta de entendimiento en nuestras sociedades es la principal «avería» de la comunicación entre individuos, como lo son la información falsa y la manipulación de los mensajes en la comunicación social. El fotógrafo Joan Fontcuberta trabajó sobre ello en su ingenioso proyecto Sputnik, del que mostramos 3 obras. Una escultura del célebre artista Juan Muñoz se erige en la mejor metáfora de la incapacidad para establecer relaciones. Una figura distante, aunque cargada de expresividad, que pertenece a un mundo con el que no es posible comunicarse. La sonrisa congelada de su Chino frotándose las manos rodeada en la exposición de fotografías de averías en la red telefónica de los años 40 y 50, son toda una declaración sobre la incomunicación humana.
Averías técnicas - Aunque el código es esencial para que el mensaje llegue del emisor al receptor, en el caso de las telecomunicaciones es fundamental que exista una instalación técnica que se ocupe de transportar ese código. El Patrimonio Tecnológico de Telefónica nos permite conocer cómo han ido evolucionando esas tecnologías, así como el servicio que ejercían desde las mesas de pruebas y los teléfonos de campaña, hasta los localizadores de faltas o de picaduras en los cables de la red. Por otra parte, la CTNE registraba todas las averías ocurridas para proceder a su reparación lo más rápido posible, y con ello se generó un ingente volumen de documentación.
COMUNICAR CON LA VOZ Y EL GESTO
La llegada del teléfono impuso el desarrollo de nuevas habilidades. De entrada, obligó a ejercitar los dedos en la operación de marcar la secuencia de números o letras que iniciaban la llamada. Algo que a mediados de los años veinte del siglo pasado no era tan obvio, como demuestra la didáctica publicidad de Telefónica, de la que forman parte las imágenes que la compañía le encargó al fotógrafo Alfonso. Pero, sobre todo, evidenció el protagonismo exclusivo de la palabra en el acto de comunicación. Sin el natural acompañamiento del gesto que, como recuerda en su obra el fotógrafo portugués Jorge Molder, forma parte de la esencia de la condición humana, las palabras se convertían en el único medio para transmitir el mensaje, el único soporte para la información, las emociones y los sentimientos. Los consejos del Manual de la telefonista constatan la necesidad de reforzar esa carga empática, y recuerdan que quien está al otro lado de la línea «contempla con los oídos» al que habla.
Las telefonistas - La profesión de telefonista surge por primera vez en Estados Unidos en 1878 gracias a la Compañía Telefónica Bell. En España habrá que esperar hasta 1884, momento en que se establece el servicio telefónico general. Era una labor realizada únicamente por mujeres, algo que provocó una transformación muy profunda del mercado laboral. Los requisitos de acceso iban variando, pero generalmente debían ser solteras y tener entre 16 y 26 años, pasar un examen que contenía ejercicios de gramática, aritmética y geografía, y superar la famosa «prueba de los timbres». En ella, tenían que conseguir tocar dos timbres colocados a 1,55 metros de distancia, para demostrar que tenían suficiente longitud de brazos como para estar al frente de una centralita y poder conectar las llamadas de cientos de abonados. En las centralitas y retratos de este ámbito, se recoge el merecido homenaje a las operadoras, agentes vivos e imprescindibles de la comunicación durante décadas.