Margalida Munar Socias
Existe una pandemia alternativa a la del coronavirus que causa tantas muertes a l'año como esta. Se trata de una pandemia silenciosa, que no hace tanto ruido. Que no abre telenoticias ni portadas de los periódicos. Una pandemia que asta ahora no ha empezado a ver la luz: la resistencia a los antibióticos. Sin embargo, no es para nada reciente...
"Ya hace muchos años que la Organización Mundial de la Salud la ha reconocido como una de las mayores amenazas para la humanidad". – Declara Margalida Gelabert, licenciada por la Universidad de Valencia y propietaria de la Farmacia de Campanet.
En el año 2015 ya se diseñó un plan de acción para el uso racional de los antibióticos y se puso en marcha el sistema mundial de vigilancia para notificar de esta resistencia.
"Por aquel entonces ya morían más de 700.000 personas cada año por esta causa". – Explica Aina Maria Quetglas, farmacéutica y nutricionista.
De hecho, a España las muertes debidas a la resistencia a antibióticos son mayores que por accidente de tránsito. Mundialmente, esta cifra de víctimas mortales está muy por encima de la atribuida a la malaria, 640.000 muertes; o al VIH, alrededor de 850.000 muertes.
Las enfermedades infecciosas provocadas por patógenos –que solamente se pueden tratar con antibióticos– causan cada año al menos 5,5 millones de muertes en el mundo. Las bacterias que las provocan se vuelven resistentes a través de mutaciones y ya no son sensibles a los fármacos.
"Cada vez es más difícil para la comunidad científica hallar un medicamento que mate a estas bacterias", informa Gelabert. I sigue: "Esto provoca también que los hospitales suban los costes médicos".
Aumenta el tiempo en que el paciente está ingresado y en consecuencia hace que aumente la mortalidad.
En los pasillos de los hospitales esta pandemia no ha sido tan silenciosa como en la calle. Todo lo contrario: los informes de tests de sensibilidad a los antibióticos hacen saltar las alarmas.
"Hay listas en centros de salud donde todos los pacientes son resistentes". – Comenta la científica Aina Maria Quetglas.
Este hecho es agobiante para la ciencia, porque es muy difícil encontrar alternativas a los antibióticos actuales. A veces, "la única opción es testar con nuevos antibióticos que aún están para desarrollar", añade Quetglas.
Aunque parezca que "hayan existido toda la vida", se debe tener en cuenta que los antibióticos surgieron justo hace ochenta años, comenta Margalida Gelabert, propietaria de la Farmacia de Campanet. Cuando surgieron y se descubrió la eficacia que tenían, era muy fácil dar con el antibiótico que provocaba la muerte de cada bacteria. "Si conocíamos el tipo de bacteria que causaba cada infección, solo debíamos encontrar el fármaco indicado", explica. Año tras año, a causa de los mecanismos genéticos de resistencia, se ha complicado el hallazgo de antibióticos.
Por esta razón, diversos estudios indican que en el año 2050 la resistencia a los antibióticos será la principal causa de muerte mundial. Pero estas investigaciones se deben de coger con pinzas...
"Cuando se hicieron estos descubrimientos no se tuvo en cuenta el Covid-19, que ha hecho que se progresase negativamente", añade la farmacéutica y nutricionista, Quetgas.
Sobre todo durante el primer confinamiento, cuando había complicaciones en el ámbito pulmonar, se utilizaban los antibióticos como primera indicación. Esto ha provocado que las bacterias se hayan avanzado en el tiempo diez años. "Lo que se pensaba que llegaría en el año 2030, llegó después de la pandemia", declara Quetglas.
Las causas:
Son diversas las causas que explican la nula respuesta del sistema inmunitario a estos fármacos. Referente a las mismas bacterias, los mecanismos de acción de resistencia son principalmente dos. "Antes se hablaba de una transmisión vertical de genes", expone la profesional sanitaria Margalida Gelabert. Y explica: "Cuando las bacterias se reproducen, se transmiten los genes que han evolucionado volviéndose más fuertes". Sin embargo, ahora también se habla de una transmisión horizontal: de una bacteria a una bacteria vecina. "Es como si tuvieran un escudo y se lo pasasen, compara Gelabert. De esta manera pueden crecer, hacerse más fuertes y nadie las puede hacer frente.
Así mismo, hay muchos mecanismos diferentes por los cuales estas bacterias mutan y cada vez surgen más. A diferencia del coronavirus, en que la incidencia es muy fácil de cuantificar, "con la resistencia a los antibióticos no basta con hacerse un test", expone por su parte, Quetgas. La divulgadora científica explica que nos encontramos ante una pandemia mucho más difícil de controlar que la del coronavirus: "Es mucho más complejo porque no estamos delante un único virus". De hecho, "estamos delante 6 grupos de bacterias y cada una puede adoptar un mecanismo de mutación diferente", continúa.
Por su parte, la farmacéutica Margalida Gelabert apunta a otra causa directa de estas "bacterias multiresistentes": la sobremedicación y la automedicación. El uso indiscriminado e inadecuado de los antibióticos hace que las bacterias cada vez sean menos sensibles, más fuertes y más inteligentes. Y que cada vez "sea más difícil para los investigadores encontrar mecanismos para combatirlas", afirma la propietaria de la farmacia de Campanet.
Así mismo, las expertas dejan claro que la automedicación no es una tendencia nueva: "siempre ha existido", declaran al unísono. Pero no es muy frecuente hallarla en el uso de antibióticos. "Contadas veces vienen pacientes a la farmacia a buscar antibióticos sin receta", testifica la propietaria Gelabert. De hecho, Quetglas cree que "de cada vez menos, porque la población cada vez está más concienciada". Pero ambas aseguran que se abusa de medicamentos: "sobretodo de los del grupo terapéutico del dolor".
El Tercer Mundo, en la diana de las bacterias multiresistentes
Buena parte de las enfermedades infecciosas con alta mortalidad se localizan en África subsahariana y en el sudeste asiático, en los países de rentas bajas y con sistemas de salud precarios. "Donde los antibióticos se pueden dispensar sin receta médica –por falta de una normativa establecida–, la propagación de la resistencia a los antibióticos siempre empeora", explica Gelabert. Cabe tener en cuenta que cada país tiene sus normativas. Así, "en los países subdesarrollados que no tienen directrices terapéuticas normalizadas para el personal sanitario o el veterinario –porque es un problema que también afecta a los animales–, se acostumbra a hacer un uso aún más indiscriminado de los antibióticos", explica la farmacéutica. Y más pobreza significa más muerte.
No obstante, los países de rentas medianas y altas no se quedan atrás y acumulan entre un tercio y la mitad de los casos de mortalidad por enfermedades infecciosas que no responden a los fármacos. Y la agricultura y la ganadería tienen mucho que ver. Como expone Aina Maria Quetglas, "en Europa existe la legislación que no se pueden utilizar antibióticos en agricultura o solo en una proporción muy baja". Pero "aún encontramos antibióticos en las heces de los animales, en las aguas, etc.", continúa. Además, en el año 2006 en Europa se cambió la normativa que permitió engordar a los animales de consumo humano a través de darles antibióticos, por profilaxis o por tratamiento. "Todo esto junto hizo que aumentasen mucho las resistencias a estos antibióticos", asegura la experta.
En el Tercer Mundo el origen del problema es múltiple. La falta de suministro de medicamentos, la falta de recursos sanitarios y la falta de protocolos jurídicos a seguir, hacen que su población sea más vulnerable a la resistencia a antibióticos. En los países en vías de desarrollo, la mortalidad por esta causa tiene especial incidencia en niños menores de cinco años. "Son los que tienen el sistema inmunitario menos desarrollado, explica Margalida Gelabert.
En el caso de los países con rentas más altas, las muertes a consecuencia de las infecciones hospitalarias se producen sobretodo en personas de edad avanzada. Por una razón: "En países ricos como España, donde tenemos un sistema sanitario potente, esta resistencia a antibióticos siempre se debe a un uso en exceso", comenta Gelabert.
Encarar el problema: prevención y investigación
- El paciente: pauta correcta de medicación. Seguir una buena adherencia al tratamiento es muy importante. "Si te dicen tres días, tienes que terminar los tres días. Si son siete, pues siete. Si lo dejas al cuarto, quedarán unas bacterias que al final son las que mutarán", expone la profesional Gelabert. Por contra, "si has terminado los siete días y sigues con los mismos síntomas que inicialmente, no tienes que seguir con el mismo antibiótico", sustenta la farmacéutica Quetglas. Y recomiendan: "Se tiene que ir al médico porque tal vez aquel antibiótico no es el adecuado para aquella infección". Entonces se debe aplicar otro tratamiento y "no seguir con la misma pauta automedicándonos", concluyen las expertas.
- Profesionales sanitarios: cambio urgente en la forma de prescribir los antibióticos. "Aunque se estén desarrollando medicamentos, se deben modificar los comportamientos actuales", opina Gelabert. Por lo que respeta a los profesionales farmacéuticos, se deben evitar las infecciones manteniendo protocolos de higiene y de seguridad. Por parte de los médicos, hacer una prescripción correcta, "ya que nuestra función no es prescribir", dice la farmacéutica. Así mismo, después los farmacéuticos han de administrar estos antibióticos de forma necesaria. Finalmente, referente al ámbito profesional, Gelabert cree que "otra acción a aplicar es la notificación". Hay puntos de vigilancia donde se puede avisar si se nota una resistencia a un determinado antibiótico.
- Medios de comunicación: campañas de concienciación. En efecto, en los últimos años se ha ido haciendo más divulgación, tanto al personal sanitario como directamente a la población. Ya hace unos años, se estableció el día 18 de noviembre como el Día para el Uso Racional de los Antibióticos y durante toda la semana se hacen acciones. Igualmente, "por mucho que se haga siempre será poco, porque es una pandemia que ya está muy extendida", opina Aina Maria Quetglas. Por lo que respeta a las campañas hacia el personal sanitario, Quetglas cree que "se debe potenciar un cambio de conducta, porque los estudios dicen que estamos delante una gran amenaza". Referente a los ciudadanos, es "esencial informar sobre como se deben tomar los antibióticos y del peligro de un uso inadecuado de medicamentos", considera. Finalmente, concienciar sobre la vacunación también resulta imprescindible. Vacunas que la diana sean las bacterias hay pocas, pero así como expone la experta, "si aumenta la vacunación, ya no hay tantas infecciones". Y con menos infecciones, menos resistencia a los antibióticos.
- Decisiones políticas: invertir en investigación, aunque de cada vez sea más complicado. La industria farmacéutica está enfrente de un problema: "Hemos de investigar sobre nuevos antibióticos siendo conscientes que puede ser que al cabo de dos días vuelva a haber una resistencia", comenta Margalida Gelabert. Quetglas corrobora: "Es arriesgado porque al final se trata de invertir mucho dinero a sabiendas que hay pocas probabilidades de acertar". No obstante, "la investigación siempre debe ir por delante", pone luz a la oscuridad Gelabert. Y envía un mensaje que "por favor, se invierta en ciencia". En efecto, "si no hay antibióticos eficaces para prevenir infecciones, las quimioterapias y las intervenciones quirúrgicas también se complican", sustenta Quetgas, su compañera de gremio. Por su parte, la propietaria de la Farmacia de Campanet considera que "es imprescindible que las decisiones políticas vayan de la mano de la comunidad científica". Y "es imprescindible que cada decisión política se adapte a las necesidades de cada país en concreto", coinciden las expertas.
"La investigación y la prevención de la resistencia a los antibióticos siempre tienen que ir de la mano, no tiene sentido que solo hagamos investigación o solo prevención", concluyen las dos.