David Cabrera, natural de Badajoz, es jesuita y psicólogo clínico. Entró en la Compañía de Jesús con 18 años, hace 25 para ser exactos. Comenzó el noviciado en Zaragoza junto a otros compañeros. El juniorado lo realizó en Salamanca, donde aprendió filosofía. Tras ese periodo comenzó sus estudios en psicología en la misma ciudad: “Quería acompañar el dolor que la gente siente, que no siempre es un dolor físico, sino un dolor interior”.
Desde septiembre coordina MAG+S, aunque su vinculación con los jóvenes siempre ha estado ahí. Es también un apasionado de la espiritualidad ignaciana, como bien demuestra el libro publicado hace pocos meses, en colaboración con más personas, 'Ejercicios Espirituales ignacianos' dirigido a acompañantes de jóvenes.
El pasado 1 de marzo profesó sus Últimos Votos en la Parroquia San Francisco de Borja (Madrid). Hablamos con él para saber más sobre este último paso, sus ilusiones y cómo fue la ceremonia.
Vivir la entrega y gastarse en el servicio a los demás
Para David fueron muy emocionantes y muy consoladores los Últimos Votos. Los días previos había hecho un triduo de oración y silencio, en la comunidad de Jesuitas mayores de Alcalá de Henares en Madrid: "Fue, para mí, una preparación muy simbólica al poder compartir el testimonio de nuestros jesuitas ya mayores, el Señor me quiso regalar el sentir de una Compañía de Jesús que vive la entrega y que se gasta en el servicio hacia los demás", cuenta.
De ahí, la ceremonia tuvo este simbolismo de fondo: "Verme acompañado de mi familia, mi madre y mis hermanos, de muchos compañeros jesuitas, y de amigos y amigas que han acompañado momentos diferentes de mi historia como jesuita, me hace sentir un corazón muy agradecido por tanto como he ido recibiendo, el Señor se sirvió de tanto detalle para regalarme su consolación.", añade Cabrera.
Últimos Votos: una confirmación
Los Últimos Votos son el último paso de adhesión plena a la Compañía de Jesús, pero para David, además, es una confirmación: "Es el sí definitivo a la vocación como jesuita tras estos 25 años de andadura vocacional, me siento muy agradecido a Dios por todo lo que ha ido haciendo en mí", reconoce.
Pero, es también, y con mucho más sentido, la confirmación por parte de la Compañía: "Me acoge y me confirma con un sí, ahora soy totalmente recibido, con mis limitaciones y mis dones, mis fortalezas y mis heridas, en esta Compañía de Jesús de hoy. Es un impulso de plenitud y de vida, desde el propio barro de uno mismo.", añade David Cabrera.
"Pertenecer a la Compañía de Jesús, hacerme y ser compañero de tantos, me consuela y me hace sentirme más fuerte y más enviado", dice David.
¿Qué significa para Cabrera el compromiso?
"Delante de Cristo pronunciar la fórmula de los votos, acompañado de tantos testigos, me recuerda quién es el Señor de mi vida y quién es el horizonte de plenitud que se me regala", contesta primero este jesuita pacense.
Es un compromiso para siempre, de entregarme en totalidad, para ayudar a los demás, sin rebajas y reconociendo sus propias limitaciones en la entrega: "Recordando estos últimos días los votos en Montmatre de los primeros compañeros, con San Ignacio, Lainez, Fabro... me hace ser partícipe de una tradición y de una historia de hace más de 500 años", explica.
En definitiva, para él, pertenecer a la Compañía de Jesús, hacerle y ser compañero de tantos, le consuela y le hace sentirse más fuerte y más enviado.
No tener miedo: con Él se puede vivir el para siempre
¿Qué le diría David a alguien que quisiera ser jesuita? Él lo tiene claro: "Que no tenga miedo de Jesucristo y ser capaz de abrazar con confianza y pasión la vocación a la Compañía de Jesús", responde.
Si uno siente la llamada a la Compañía de Jesús, reconoce que hay que saber de las dificultades: "Pero, sobre todo el ánimo, la alegría y la pasión de entregar la vida como lo han hecho tantos jesuitas, confiados en el Señor, sabiendo que con Él se puede vivir el para siempre", cuenta.
"Para mí, ser jesuita es ser un hombre pecador que recibe una llamada, que se fía y que le apasiona vivir el servicio y la entrega desde el Carisma de San Ignacio. No podemos perder la ilusión y la alegría de vivir una vida con compañeros y una vida de servicio", reflexiona David.