Los jóvenes que están hoy realizando sus estudios universitarios se han enfrentado a dos grandes retos, probablemente de manera inconsciente. Primero, nacieron el año 2007 o poco antes. Es decir, coinciden con la aparición del iPhone y en sus vidas han contado la presencia constante de los teléfonos inteligentes y de las redes sociales. Cómo ha afectado esto a la salud mental y a la capacidad de concentración ha sido mostrado en diversas publicaciones (por ejemplo, Haidt o Martínez). Segundo, han sufrido la pandemia de la COVID-19 en la adolescencia y las condiciones de aislamiento social, estrés, de falta de acompañamiento académico o de exigencia, fueron dañando en muchos casos su capacidad de concentración y de resiliencia.
La Universidad Francisco de Vitoria tiene como modelo educativo la metodología innovadora llamada Formar para transformar y que pretende formar personas y profesionales íntegros que lideren la transformación del mundo. "No queremos solamente que de nuestras aulas salgan alumnos de grado o de máster, sino personas en condiciones de cambiar la sociedad haciéndola más humana y justa”. Para hacer esto es necesario que los alumnos trabajen mucho y bien. Y durante la etapa universitaria su trabajo es el estudio. Con el fin de apoyarles en esta tarea, y en su propio equilibro personal, desde la UFV se ponen a su disposición dos herramientas que pueden marcar la diferencia en sus vidas: el Gabinete de Orientación Educativa (GOE) y el Centro de Atención Integral a la Familia (CAIF).
María García Arias es la directora del GOE. Las siglas responden a Gabinete de Orientación Educativa, si bien de cara a los alumnos prefieren hablar de servicio de apoyo al estudio “pues la palabra ‘gabinete’ suena a los estudiantes más a atención psicológica o a tumbarse en un diván”.
El GOE es un servicio gratuito con el que la UFV ofrece apoyo profesional para mejorar en el rendimiento académico a los estudiantes"
Cuenta María García que “cada año empezamos de cero en darlo a conocer con los alumnos de 1º. Y nos interesa mucho llegar a los decanos, directores de grado y profesores encargados de curso. Son ellos los que tienen un acceso más directo a los alumnos de todos los cursos y quienes les pueden guiar en sus necesidades”.
Cuando entró María García a dirigir el GOE en 2016 eran un equipo muy reducido pero hoy cuenta con ocho profesionales que se centran en la mejora en el estudio y en temas relacionados con esa tarea: orientación vocacional, dificultades de aprendizaje, manejo de la ansiedad, estrategias de aprendizaje, acompañamiento en el desarrollo de las virtudes. En caso de que perciban una necesidad médica suelen servir de puente entre el alumno y el CAIF. “No hacemos intervención clínica, pero muchas dificultades de aprendizaje están ligadas a algo psicológico o a problemas de salud mental”, señala María.
Atienden en torno a 450 alumnos cada año, dedicando varias sesiones a cada uno.
Los alumnos que más demandan este servicio responden habitualmente a alguno de estos perfiles:
- Los que ya presentaban dificultades en el colegio, que siguen afectándoles en la enseñanza superior. “Son alumnos con déficit de atención, con dislexia o dificultades de lectura, con autismos o problemas de salud mental. Les entrevistamos, vemos sus necesidades y se hace una valoración para que el grado piense si le hacen una adaptación. Esto no es obligatorio, como sí lo es cursar hasta la ESO, pero hacemos muchos esfuerzos para que todo el que quiera estudiar y pueda hacerlo no pierda la oportunidad”, explica la directora del GOE.
- Los alumnos con discapacidad reconocida también son acompañados desde el Servicio de Atención a Personas con Necesidades Especiales (SAPNE). “Trabajamos de la mano con el departamento de Admisiones, que nos informa de los nuevos alumnos que pueden necesitar nuestro servicio y buscamos acompañarlos desde el primer día”, asegura María García Arias.
- Alumnos que no saben estudiar con el nivel de exigencia que exige su titulación. “Suelen ser alumnos de la Facultad de Medicina, la Escuela Politécnica Superior y de la Facultad de Ciencias de Salud principalmente. Son alumnos brillantes, pero su capacidad memorística no es suficiente para todo lo que necesitan aprender cada cuatrimestre. Nos necesitan en 1º, a partir de 2º vienen muchos y son ya un montón en 3º”, explica la directora del GOE.
- Otro perfil es el alumno brillante que tiene beca y necesita ser lo más eficiente posible en su estudio y asegurarse de que sus técnicas de estudio son adecuadas.
Para pedir esa ayuda basta con pasarse por las oficinas del GOE o solicitar una cita a través de la página web del centro. De esta manera "podemos concertar una cita y así conocer de qué manera se le pueda ayudar y cuál es el modo más adecuado", concluye María García Arias.
“Empezamos a trabajar los objetivos por los que vienen (aprender a estudiar, hacer exámenes de test, superar el agobio) y luego les proponemos aprender a ganar en virtudes. La capacidad de estudio está muy relacionada con el orden (desde ordenar su habitación hasta las horas de sueño: desde hacerse la cama a vivir con un horario), con hábitos saludables que inviten a la moderación con las redes sociales o el consumo de alcohol, etc. Es decir, con la virtud de la templanza. Y lo mismo pasa con la fortaleza, la justicia o la prudencia. Y es que no se trata solo de aprender a estudiar, sino de ser una persona equilibrada, sana y –en consecuencia– feliz”.
Y el GOE funciona. Es lo que sin duda piensan sus usuarios, que en las encuestas de satisfacción anónimas lo evalúan con un 5’8 sobre 6 en las sesiones individuales y con un 5’7 sobre 6 en los talleres colectivos.
Elena Arderius es la directora general del Centro de Acompañamiento Integral a la Familia (CAIF). Para los alumnos se conoce como Centro de Acompañamiento de Psicología y Nutrición. Se trata de algo habitual en las universidades que ofrecen el Grado en Psicología, que "cuentan con un centro adscrito a la facultad para acompañar terapéuticamente y con labores de formación e investigación. Pero como esta universidad es especial, veíamos que teníamos que dar un paso más además de contribuir a la ciencia. Consideramos que es fundamental integrar la formación de la UFV con el hecho de que las personas, en concreto los jóvenes de 18 a 25, necesitan sostenerse emocionalmente, conocerse, descubrir lo que están llamados a ser. Y a menudo la situación personal o familiar no les ayuda”, asegura Elena Arderius.
En el CAIF se ayuda a enseñar qué hacer con el sufrimiento.
Elena Arderius describe la actividad: “En el CAIF estamos 18 personas en diferentes turnos y modalidades (autónomos, profesores del Grado en Psicología). Hay expertos en todos los campos necesarios: infancia y adolescencia, adultos, pareja, familia, sexología. Tenemos también dos nutricionistas y un psiquiatra”. Es, de hecho, un Centro Sanitario autorizado por la Comunidad de Madrid.
Este centro abrió sus puertas en 2015 y este curso cumplirá sus primeros 10 años de existencia. “Estamos a la mano de quien nos pueda necesitar. Hicimos un protocolo de detección de conducta suicida, participamos en medios de comunicación, en la jornada de bienvenida, hemos puesto un cartel contando nuestra actividad y contacto en todas las aulas. Queremos que los alumnos sepan quiénes somos. También somos discretos: es fundamental que la gente se sienta a gusto viniendo al centro y no sobreexpuesta. Por eso hay varias entradas y salidas, salas de espera individuales para que los pacientes no se crucen con nadie y a nadie le cueste venir a vernos”, explica la directora del centro.
La atención psicológica y psiquiátrica está actualmente más normalizada que hace muy pocos años, y esta tarea de educación fomenta que se vea normal no tener que aguantar en solitario el propio sufrimiento. “El prejuicio con la salud mental no tiene sentido”, explica Elena Arderius, pues “cuando te rompes un pie o tienes cáncer nadie te echa nada en cara. La depresión o la ansiedad tampoco son un ‘capricho’, son una enfermedad. Un 33% de la población sufre algún tipo de depresión a lo largo de su vida, y todavía hay gente que por aguantar en una mala situación acaba desembocando en una depresión que probablemente podría haberse evitado viniendo antes a terapia”, añade.
Las consultas en el CAIF tienen coste económico aunque los alumnos de la UFV tienen un descuento importante. “Además queremos que nadie que lo necesite se quede sin atención, y buscamos alternativas para que no haya dificultades. Por ejemplo, si un alumno prefiere que sus padres no se enteren de su necesidad de ir a terapia, al ser mayores de edad, dar esa información depende de ellos”, explica.
Los problemas dominantes que nos encontramos –ansiedad, depresión, trastornos alimentarios, dependencias– tienen una raíz común en las carencias afectivas"
"La gente necesita cubrir esas carencias haciendo algo que les hace daño pero que les permite evadirse del malestar que genera esa herida. De ese modo recurren a hacer cosas o se enganchan a personas para sentirse anestesiados ante el dolor. Además vivimos en una sociedad abocada a la inmediatez, lo que provoca muy poca resistencia a la frustración: todos exigimos tener las cosas ya, como nos enseña el teléfono móvil con sus compras a un clic de distancia”.
El malestar puede tener sus raíces en problemas dentro de la familia, en la falta de tiempo en común muchas veces desaparecido por la extensión absurda de las horas de trabajo de los padres, o por una ruptura en el matrimonio, que dificulta el ‘estar ahí’ para que los hijos cuenten sus jornadas. “En muchos casos detectamos que la solución es integral, sistémica, que involucra a toda la familia y que los problemas individuales nacen a menudo de los problemas familiares”, asegura la directora del CAIF.
Para Elena Arderius es fundamental “educar en la aceptación de la frustración y del fracaso. Todos aspiramos a ser felices, pero la vida trae sufrimiento y hay que encontrarle sentido. El sufrimiento te ayuda a crecer como persona. El problema es sufrir porque no vaya bien el ordenador, porque no soy la estrella del grupo y no puedo soportarlo. ¿Qué te está queriendo decir que no te acepten? ¿Qué supone que seas tan rígido y que no puedas aceptar otras maneras de ver las cosas o que la gente te haga sufrir? Hay que aprender a parar, a pensar. El dolor va a existir, perdón por el spoiler. Lo que tenemos que ver es qué nos dice de nosotros mismos y cómo usarlo para aprender a ser mejores personas y crecer”.
A Elena Arderius le parece que “hay mucho vacío existencial, mucha pérdida de sentido de para qué hago las cosas. Me parece necesario aprender a encontrar significado a lo sencillo, a las metas que tienes a la mano y que te llevan a levantarte cada mañana por lo que vas a aprender en clase, porque vas a disfrutar de una puesta de sol o de una sonrisa. Cuando durante la pandemia estábamos en casa encerrados nos bastaba con la posibilidad de dar una vuelta a la manzana para sabernos felices. Queremos enseñar a los usuarios del CAIF a conectar con las pequeñas cosas que dan satisfacción y bienestar”.
Por eso hay amplio espacio para la esperanza. “El propio ser humano es el reparador de sus relaciones. La esperanza está en uno mismo: conocerse, saber lo que estás llamado a hacer. Y la esperanza está también en encontrarse con el otro, descubrir a las personas que nos hacen ser mejores”.
La Universidad Francisco de Vitoria no concibe la formación universitaria como una simple transmisión de conocimientos, sino como un proceso integral de transformación. A través del GOE y del CAIF, la UFV acompaña a los estudiantes en su dimensión más profunda: la de quienes necesitan sostenerse, conocerse, reconstruirse y crecer. En este camino de aprendizaje académico y humano, la UFV reafirma su vocación de formar personas capaces de transformar el mundo con su estudio, su equilibrio y su esperanza. Porque, como dice su modelo educativo, formar para transformar no es solo un lema: es el corazón de una auténtica revolución humana.