La VII edición de los Premios Razón Abierta, celebrada en la Pontificia Academia de las Ciencias del Vaticano, ha vuelto a reunir a pensadores de todo el mundo en una defensa del conocimiento que integra ciencia, fe y cultura. Impulsados por la Universidad Francisco de Vitoria (UFV) y la Fundación Vaticana Joseph Ratzinger/Benedicto XVI, los galardones reconocen investigaciones y programas docentes que ensanchan los límites del saber y buscan responder, desde una mirada integradora, a las grandes preguntas sobre la verdad y el sentido.
El cardenal Kurt Koch, prefecto del Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, presidió la ceremonia recordando que “la razón abierta no es un retroceso, sino un acto de valentía intelectual” y que "solo una razón verdaderamente abierta es capaz de generar unidad en un mundo marcado por la polarización y el relativismo”
Para el P. Federico Lombardi, S.J., presidente de la Fundación Vaticana, estos premios “nos recuerdan que la universidad no puede reducirse a una escuela de especialidades."
Su vocación es mucho más alta: debe enseñar a buscar el sentido, a hacer preguntas, a mirar también al cielo, no solo a la tierra”
Como explica María Lacalle, directora del Instituto Razón Abierta, “la razón abierta es un gran diálogo entre las distintas ciencias entre sí, y entre las ciencias, la filosofía y la teología”. En ese diálogo —añade— cada disciplina aporta lo mejor de sí misma para alcanzar lo que otras no pueden, ensanchando así los horizontes del saber y del espíritu.
Fe y razón, una conversación necesaria
La apertura del pensamiento se traduce, en cada edición de los Premios Razón Abierta, en un diálogo interdisciplinar entre filosofía, ciencia, teología y cultura. Los trabajos premiados este año muestran que el conocimiento más fecundo nace del encuentro entre miradas distintas.
Angela Franks, profesora en St. John’s Seminary (EE. UU.), recibió el galardón por su obra Body and Identity: A History of the Empty Self, un estudio sobre la crisis contemporánea de identidad. En su discurso explicó: “Intento mostrar que las preguntas más profundas que nos hacemos, incluso en el mundo secular desarrollado, están pobremente respondidas por las teorías seculares. Estas cuestiones exigen las elucidaciones cuidadosas que solo puede ofrecer una razón abierta y una verdad teológica”.
Una razón verdaderamente abierta ve la interioridad y la trascendencia del ser humano como reveladoras de un propósito más profundo”
El filósofo David Thunder, investigador del Instituto Cultura y Sociedad de la Universidad de Navarra, fue premiado por The Polycentric Republic: A Theory of Civil Order for Free and Diverse Societies, una propuesta de orden civil basada en comunidades libres y diversas.
Interdisciplinariedad no es solo hablar entre disciplinas —afirmó—, sino una exigencia de la realidad misma. La propuesta de Benedicto XVI de ampliar los horizontes de la razón no es solo una línea de pensamiento: es una llamada a una nueva apertura a la realidad”
Por su parte, Juan Eduardo Carreño, de la Universidad de los Andes (Chile), recibió el premio por Thomistic Philosophy in the Face of Evolutionary Fact, una reflexión que integra el pensamiento tomista con la biología evolutiva. En sus palabras: “La razón, cuando no se encierra en los límites del positivismo ni se reduce a lo funcional, es capaz de tender puentes hacia la totalidad del saber.
La razón abierta no se satisface con los fragmentos ni con los hechos aislados, sino que tiende, por naturaleza, hacia una comprensión integradora”
Investigar y enseñar con propósito
El espíritu de Razón Abierta se expresa también en el aula. La categoría de docencia premia proyectos que convierten la enseñanza en una experiencia transformadora.
El profesor José María Torralba, de la Universidad de Navarra, fue reconocido por El Programa de Grandes Libros, una iniciativa que invita a los alumnos a dialogar con los clásicos de la filosofía y la literatura. “Los grandes libros son una escuela de humanidad: ensanchan la mirada, afinan el juicio y ensanchan el corazón”, afirmó.
La educación supone siempre una clara expresión de esperanza en la condición humana: la convicción de que tenemos algo valioso que transmitir y que un mundo mejor es posible”
El argentino Santiago Bellomo, de la Universidad Austral, recibió una Mención de Honor por Educación Aumentada. Desafíos de la educación en la era de la Inteligencia Artificial. En su discurso, advirtió: “La defensa de la centralidad de lo humano exige resignificar la imagen que tenemos de la razón. La razón abierta puede ser un cimiento fecundo para el desarrollo de una educación aumentada”.
La primacía de la razón instrumental ha devenido en una tecnocracia que amenaza con pervertir lo más sagrado: la curiositas que se contagia del entusiasmo compartido”
La belleza y el sentido como caminos de transformación
La Mención de Honor otorgada a Pablo López Raso, profesor de la Universidad Francisco de Vitoria, por su obra Insolente belleza, puso el acento en la dimensión estética y espiritual de la formación universitaria. “La vocación del profesor acontece en el otro, en la persona; no en el logro de una teoría, sino en atender las necesidades del alumno”, explicó. Su investigación busca “despertar a la persona toda, en todos sus ámbitos y fértiles capacidades”.
Para López Raso, “la belleza es el lenguaje con el que la verdad nos seduce”, una vía que conduce al sentido y abre al misterio.
El rector Daniel Sada, en su intervención, recordó que “la universidad está llamada a no renunciar nunca a la búsqueda de la verdad”, y añadió: “La razón abierta no es solo una categoría académica, sino una actitud vital: la de quien se pregunta, escucha y se deja transformar por la realidad”. Esta mirada se encarna también en el curso de Razón Abierta que la UFV imparte a sus profesores y alumnos, donde se explora la relación entre ciencia, filosofía y teología a través de las cuatro grandes preguntas que articulan este enfoque: ¿quién es la persona?, ¿qué es la verdad?, ¿qué es el bien? y ¿cuál es el sentido de la vida? En palabras de María Lacalle, “la razón abierta es un gran diálogo entre las distintas ciencias entre sí, y entre las ciencias, la filosofía y la teología”. Como explica Daniel Sada, esta perspectiva propone “una formación centrada en la persona y comprometida con el bien común”, frente a una cultura que tiende a reducir la educación a la utilidad o la técnica.
La universidad que piensa con sentido y vive con verdad
El proyecto Razón Abierta es, ante todo, una invitación a unir el pensamiento con la vida. En palabras de María Lacalle, directora del Instituto Razón Abierta, “la razón abierta busca conocer con verdad lo que le rodea, abarcando todos los aspectos de la realidad desde una síntesis armónica de saberes que integre la filosofía y la teología”. Esa visión está en el corazón del modelo educativo de la Universidad Francisco de Vitoria, que forma “profesionales y pensadores con una mirada integradora, capaces de unir excelencia técnica con profundidad humanista”.
Desde su creación en 2017, los Premios Razón Abierta —dotados con 100.000 euros en galardones y organizados junto con la Fundación Vaticana Joseph Ratzinger/Benedicto XVI— han distinguido más de 30 proyectos de 15 países. En su séptima edición han alcanzado un récord de participación, con 406 trabajos presentados por 63 universidades de todo el mundo, confirmando su consolidación como referente internacional en el impulso del diálogo entre ciencia, fe y cultura. Entre los galardonados de ediciones anteriores figuran investigadores y docentes de universidades como Oxford, Notre Dame, Navarra, Harvard o la Austral, con obras que han abordado temas tan diversos como la neurociencia y la libertad, la antropología cristiana, la ecología integral, la ética de la inteligencia artificial o la formación del carácter. Nombres como John C. Cavadini, Michele Schumacher, Abigail Favale, Rafael Alvira, Javier Sánchez-Cañizares o Rebekah Lamb han formado parte de esta comunidad internacional de pensadores que buscan —en palabras de Benedicto XVI— “ensanchar los horizontes de la razón” para reconciliar la fe y la cultura contemporánea.
En un tiempo que tiende a fragmentar el conocimiento y a reducir la verdad a utilidad o técnica, la Revolución Humana a la que aspira la UFV propone recuperar la unidad interior entre ciencia, ética y sentido.
Porque la verdadera innovación —como muestran los Premios Razón Abierta— no es solo técnica o académica, sino aquella que integra la verdad, el bien y la belleza para transformar la sociedad.