LA DUDA
Por Federico Salinas Castellanos
"Cuanto más vivo, más aprendo, cuanto más aprendo, más me doy cuenta de lo poco que sé" Ralph Waldo Emerson
"Sabed que el que no piensa o no examina, que el que jura en las palabras de otro y se abstiene de investigar si lo que se le enseña o ha enseñado es cierto, no es un hombre, es una máquina”.
Con base en lo anterior, debemos considerar que, si no se pone en tela de juicio lo que se nos enseña, nuestro caminar será incierto y no estaremos en condiciones de decidir cuál ruta seguir; no nos será fácil visualizar si hemos elegido acertadamente. Nuestro comportamiento debe estar invadido por la duda; duda respecto al camino a seguir; duda respecto a cómo responder a los diversos desafíos; duda acerca de cómo tomar la decisión más sabia, más justa, más ética; duda respecto a valorar si las respuestas encontradas son verdaderas o solo errores que nos obliguen a seguir buscando.
La búsqueda de la verdad (entendiendo por esta “la concordancia que existe entre lo que se dice, se piensa y cree, y lo real, de lo que no se puede dudar” E. Kant), ha sido el sueño de toda persona; sin embargo, la verdad no es un trofeo y tampoco está destinada a una persona en particular, las dudas se presentan en todo momento, desde el inicio de nuestra vida; la duda, por tanto, es parte de todo ser pensante y las mejores respuestas son las que van precedidas de una o de muchas dudas. Sin dudas no podemos encontrar respuestas, sin dudas nada se comprende.
Dudar, siempre dudar; dudar de lo que creemos que es cierto; dudar de todo cuanto nos digan, pues solo podemos asegurar que algo es cierto, cuando hemos puesto la duda por delante ya que, sin ella, difícilmente podemos llegar a un punto aceptable, es decir que, si no existe algo que podamos preguntarnos, no podemos perseguir una respuesta, por lo tanto, vagamos en la incertidumbre.
Lo único absolutamente cierto, es que nuestra existencia no es infinita, por lo tanto, en algún momento dejaremos este plano terrenal y por tal razón, debemos revisar permanentemente lo que hacemos en nuestra vida personal; en consecuencia, solo podremos sentirnos satisfechos por ocuparnos, fundamentalmente, de conocernos a nosotros mismos, de haber ponderado y evaluado correctamente nuestra especial condición de ser humano y por ende, perfectible; de haber sido capaz de detectar las impurezas que afectan a nuestra personalidad; de reconocer con valentía nuestros defectos y con humildad nuestras virtudes; de reconocer que las respuestas que se nos van generando, no poseen la condición de ser verdades absolutas; que siempre será necesario seguir buscando otras cada vez más adecuadas, aunque no por ello definitivas, es decir, la otra certeza que podemos tener, es la de reconocer que la verdad, es nuestra mejor verdad, pero no necesariamente la verdad para todos, de aquí deriva la última certeza posible, la permanente necesidad de seguir perfeccionándonos cada día.
El camino elegido, habrá de variar tantas veces como sea necesario hasta encontrar aquel que nos parezca el más adecuado a nuestras posibilidades y la respuesta que esperamos encontrar, nunca debemos ser simples espectadores o dejar que el azar resuelva nuestras dudas o temores, solo nosotros podemos dilucidar si nos encontramos en un camino correcto.
Es obvio que la duda y la certeza, son dos conceptos complementarios, cuando uno de ellos aumenta, el otro necesariamente disminuye, pero siempre debe prevalecer la duda sobre la certeza y como mencioné anteriormente: la única certeza posible es saber que la existencia humana es limitada y que, por las razones antes mencionadas, necesita de un permanente perfeccionamiento.
En este camino por adquirir conocimiento, debemos tener presente que, la duda no es un velo frente a la luz, la duda es coraje, es investigación, es motor, es el antídoto contra el dogma, es la cura contra un veneno que tiene por efecto narcotizar el libre pensamiento, la duda no es un camino que contenga un punto de partida y un punto de llegada, sino, un camino cuyo destino es el movimiento y su esencia es la transformación y su fin último no es arraigar nuevas certezas sino descubrir nueva luz en los territorios donde esta nos transporte.