Imaginando a Dillard en Tinker Creek
En Europa, el bosque es percibido como un escenario saturado de memoria colectiva y símbolos antiguos. La literatura europea camina entre árboles que ya son leyenda, cruza sendas iniciáticas y calveros cargados de significado, pero lo hace casi siempre desde la distancia porque el bosque es un espacio domesticado convertido en paisaje cultural.
Los autores europeos se acercan a él como quien contempla un vestigio: lo atraviesan para leer el mito o meditar en la sombra.
En América, la naturaleza —el bosque, la bruma, la lluvia— se presenta como un territorio inabarcable y extraño, un espacio aún vivo y abierto al asombro desde la virginidad que le presumen. Al otro lado del océano, los escritores experimentaron el paisaje como un escenario arrollador y sin mapa, como un misterio todavía no descifrado.
Henry Beston, Mary Oliver, May Sarton... se adentran en la bruma en búsqueda de intuiciones y el escenario físico hace resonar su alma y se convierte en un espacio de transmutación. Annie Dillard se despierta antes del amanecer en Tinker Creek y percibe la noche en medio de la lluvia como un misterio en el que el arroyo es una vena abierta bajo la bruma y los árboles negros y empapados no son ni cobijo ni obstáculo, sino presencias con las que convive.
Existen, sin embargo, espacios en Europa donde es posible todavía reconciliarse con lo botánico, no a la manera de los abrazaárboles, sino a la de Thoreau o Annie Dillard.
Dillard se levanta antes del amanecer en Tinker Creek durante una noche de lluvia invernal, y siente que emerge en medio de un misterio, en el que el arroyo parece una vena abierta bajo la bruma; los árboles negros y empapados no son ni cobijo ni obstáculo, sino presencias con las que convivía. Todavía de madrugada, Dillard solía salir a caminar bajo los olmos y los arces, y escuchaba el agua correr, y, como decía ella, el tiempo parecía parpadear entre lo que uno olvida y lo que presiente.
Antes del amanecer
En plena madrugada, cuando la luz no llegaba aún, Dillard solía salir a caminar bajo los olmos y los arces, y escuchaba el agua correr, y, como decía ella, el tiempo parecía parpadear entre lo que uno olvida y lo que presiente. Cuando todo es inminencia, es difícil saber si la desolación es del bosque o tuya.
Primeras nieves
“La primera nieve convierte el bosque en otra cosa; la bruma y el silencio del abeto recogen los pensamientos como si fueran fruta negra madura. Todo lo que uno creía conocer se va; el corazón se rinde a la transformación. Aquí nada es seguro, excepto la promesa de un silencio mayor, siempre esperando tras la siguiente caída de agua helada.” Rick Bass
In Blackwater Woods
"Las instrucciones para vivir una vida son simples: Prestar atención. Rendirse al asombro. Contarlo".
Annie en la niebla
“El arroyo estaba cubierto por una capa de hielo quebrada. Me detuve un rato entre los sauces y el aire tenía la nitidez de un cuchillo. Los árboles, cubiertos de escarcha, eran como testigos silenciosos de una ceremonia privada; la niebla se cernía entre los troncos, visible solo a contraluz. No había nadie, solo el rumor del agua bajo el hielo y mi respiración. Cada copo de nieve que caía parecía una pregunta, cada bruma un posible encuentro con lo inexpresable.”
Mary Oliver bajo la lluvia
“Toda la tarde llovió, y la casa se volvió bosque. Sentí que las gotas, sobre el musgo y las rocas, eran un idioma que una voz invisible susurraba. Caminé bajo el agua, y la bruma cubría los helechos, los pinos, mis dudas. Era un mundo nuevo, sin promesa ni memoria, sólo presente y anhelo. En esta lluvia, aprendí esa paciente forma de alegría.”
Créditos:
Louka & Ferran