El 29 y 30 de octubre se recordarán en Valencia como días trágicos. El devastador temporal que asoló varios territorios de España, y muy especialmente en la capital de la Comunidad Autónoma, dejó un reguero de muerte y desgracias que afectó profundamente y sigue dejando tristemente desolados a todos.
Todos los que, de una u otra manera, estamos relacionados con la Compañía de Jesús en Valencia quisimos servir de ayuda y solidaridad ante la catástrofe y, de forma cercana, a través de nuestras obras: Centro Arrupe, Escuelas San José, Nazaret Alicante, Entreculturas, SJM Valencia y Ecca social. Aquí nació Emergencias DANA, la campaña de apoyo promovida por la plataforma de emergencias SJ coordinada por las ONG SJ Alboan y Entreculturas.
Cuatro meses después, nos hemos acercado a la realidad de las personas que trabajan en algunas de las obras de la Compañía y que vivieron, de alguna forma, la tragedia de finales de octubre de 2024. También os contamos los testimonios de dos mujeres (Katty y Kenia) que sufrieron los terribles efectos del temporal. A pesar del silencio informativo, muchas personas siguen sufriendo las consecuencias de unos días completamente negros. Queda mucho por hacer.
Con el contador a cero
Katty Cecilia Rogel trabajaba en Benetúser, mismo sitio donde tenía su casa. Es madre divorciada y tiene un niño de 7 años. El 29 de octubre realizaba un curso en Valencia cuando le llamaron para que recogiera a su hijo del colegio sobre las 15:00 horas: "Pensé que era una exageración, es cierto que había viento muy fuerte, pero siempre hay viento", admite.
"No puedo decir qué pensé, lo único que hice fue actuar"
Poco a poco fueron cancelando todas las actividades extraescolares que su hijo tenía: "No me hacía la idea de toda la catástrofe que venía, mi cerebro en ese momento no entendía mucho por qué pasaba todo esto", asegura Katty.
Su vivienda era una planta baja, con lo que topaba directamente con la calle: "Sonó la alarma en los móviles, pero ya teníamos el agua a una calle y salí a pedir auxilio para poder subir a uno de los altos, pero nadie me escuchaba", cuenta.
Entró de casualidad en unos pisos porque una chica joven, que venía con unos cascos puestos escuchando música, se metió en su casa y ahí Katty aprovechó para hacerlo: "Ahí pude salvarme con mi hijo, del resto ya no me importó nada más".
Las consecuencias en Katty, cuatro meses después
Perdió su casa esa noche, que la pasó en casa de unos vecinos: "Sobre las once me fui a acostar y me quedé dormida a eso de las cuatro y media por el cansancio, pero me despertaron los coches de nuevo, los garajes ya estaban hasta arriba de agua y mi casa también", explica Katty. Puso un escudo en ella, porque solamente tiene a su hijo: "Sabía que después me podía pasar factura, como lo que está haciendo ahora mismo, pero en ese momento no me dedicaba a pensar, era imposible" cuenta.
Al día siguiente se lanzó a la calle para buscar algo de comida, con las bolsas de basura en los pies, ya que estaba todo lleno de barro: "Fuimos a por agua en la única tienda que había, todo era un caos total porque la gente también pensaba que, no sé, se acabaría el mundo y que sobreviviría el más fuerte", explica. Ahora lo ve como algo absurdo, pero en ese momento no entendían mucho: "Toda la calle estaba llena de fango, ¿vale? Fango, lo que es fango", nos aclara.
Su casa, construida ese mismo año, destrozada
Avisaron que venía otra riada, por lo que tuvieron que salir de allí: "Me llevaron donde una conocida alquilaba una habitación", continúa narrando. Estuvo ahí unos días hasta que las Hijas de la Caridad la localizaron, ya que el colegio de su hijo es también de monjas: "Me sorprendió muchísimo, me trasladaron al refugio de las Hijas de la Caridad, que está en San Eugenio, aquí en Valencia", añade. Conocieron a las trabajadoras sociales del SJM: "Nos hablaron de la posibilidad de estar aquí en esta casa de las Hermanas de Jesús María, ya que a día de hoy no tenemos ningún sitio al que ir", cuenta.
"Es como si se hubiera quedado todo en cero", relata.
En su casa solo quedaron las paredes del bajo, el resto todo se dañó: "Yo tenía un alquiler, no reclamé porque no tengo derecho a nada al no tener cédula de habitabilidad, ya que es una vivienda que es un bajo y no está acondicionada", explica.
En ese momento no podía hacer nada en su casa, por lo que se dedicó a ayudar a los demás: "No podía quedarme sentada esperando".
"Señor, ¿cuándo voy a poder dormir?"
Kenia Vanesa Álvarez es madre y abuela. El día de la DANA estaba con su hija y su nieto: "A mi madre la veo muy poco porque trabaja de interna, pero siempre estamos en comunicación y ese día, ya sabes que las madres son muy sabias, me llamó y me dijo lo que estaban contando en las noticias, pero no le hice mucho caso porque abrí la puerta y vio que era un día normal", cuenta sobre el principio de todo.
Un día aparentemente 'normal'
A las dos de la tarde le llamaron del colegio para que recogiera a los niños: "Le dije a mi hija que me parecía raro porque no estaba lloviendo ni nada, pero cuando llaman es porque va a haber mucho viento y puede que los árboles se caigan y eso es peligroso", reconoce Kenia.
Cuenta que cuando llegaron del colegio se acostaron un rato: "De repente me llama mi madre otra vez y me preguntó cómo iba, yo le respondí que bien, que estaba todo tranquilo". En ese momento el agua ya estaba haciendo su efecto. Pasaron cinco minutos como mucho cuando ya era mucha agua la que incluso le llegaba a los talones: "En desesperación llamé a la dueña del piso", añade Kenia. No sabía lo que estaba pasando en otros lados y no sabía si quedarse en casa o salir. Cuando terminó de hablar con la dueña, el agua ya llegaba la mitad de la casa.
"Veía a la gente que corría de un lado a otro, pedíamos auxilio, pero nadie nos ayudaba. En ese momento el cerebro no reacciona. Si me quedaba allí me iba a ahogar con mis hijas, pero si salía, ¿a qué iba a salir? Entonces intentamos abrir el portal de al lado, pero no pudimos, nos volvimos a encerrar y cuando miramos que el agua ya estaba más arriba de la ventana nuestras vecinas nos dijeron que fuéramos con ellas, al principio era imposible, no podíamos por todo el agua que había, pero finalmente pudimos subir con la vecina de arriba" cuenta Kenia.
Ya por la noche, con las alarmas sonando, explica Kenia que estuvieron incomunicadas casi todo el tiempo: "Nunca había visto esto en mi vida, era una cosa horrible como de película de terror, con los coches pitando, el ruido del agua, las personas gritando e intentando subirse a cosas para salvarse... yo sé que hay un montón de gente que se la llevó el agua", detalla impactada.
Con la nevera y todos los muebles flotando, Kenia fue consciente de la realidad: "Pensé 'Dios mío', si no hubiéramos quedado acá nos ahogamos, y en ese momento di gracias al Señor por protegernos y por cuidarnos, aunque en mi mente no podía creer lo que había vivido en la noche", añade.
"Señor, ¿cuándo voy a poder dormir?"
Tras dos días en casa de su vecina, fue al ayuntamiento buscando ayuda: "Le dije nerviosa que tenía a mis hijas y mi nieto en casa de unas chicas y que ya no podía estar más, además que mi nieto ya no tenía ropa", reconoce. Las personas del ayuntamiento les dijeron que se prepararan rápido para llevarlas a un pabellón a Mislata, donde estuvieron cerca de cuatro días y les dieron ropa, zapatos, gel y comida.
Estuvo muchas noches sin dormir porque cada vez que cerraba los ojos escuchaba el ruido del agua: "Todas las noches soñaba con agua y yo le decía al Señor, ¿cuándo voy a poder dormir? Durante mes y medio parecía una muerta viviente", reconoce emocionada esta mujer.
Noelia, la chica que le asignaron para ayudarla, le habló de la casa de las Hijas de Jesús María, donde actualmente están, un proyecto en coordinación con el Servicio Jesuita a Migrantes: "A mi hija le dije que era nuestra oportunidad de comenzar desde cero, hay muchas cosas malas de la DANA, que yo prefiero decir que son aprendizajes, pero también hay muchas cosas positivas y yo me siento muy bendecida por estar aquí con las hermanas, también muy agradecidas a la Cruz Roja y a las Hermanas de la Caridad".
"Hay muchas consecuencias derivadas de la catástrofe"
Cecilia Villaroel es la directora del SJM Valencia desde octubre de 2022. Hablamos con ella para que nos narre cómo vivieron aquellos días, cómo fue la respuesta en conjunto y del SJM y los proyectos que actualmente tienen. Nos cuenta que se fueron enterando de lo ocurrido con la DANA de manera progresiva: "Nos fuimos enterando incluso por personas del equipo que tienen familia en Utiel, lejos de Valencia, pero que se habían inundado las calles, que los coches estaban flotando, pero pensamos que era un hecho puntual", nos dice.
El inicio fue caos
A nivel personal, lo que primero sintieron, reconoce Cecilia, era un caos horroroso de no saber qué pasaba y dónde realmente estaba afectando: "En ese momento ni siquiera se pensaba en las personas afectadas porque no teníamos información", admite.
Cuando el 30 de octubre la gente se lanza a las calles en un voluntariado espontáneo para atender la situación y las circunstancias, es entonces cuando se empieza a tener una valoración de la catástrofe: "Había muchas incógnitas que no se revelaban, como el tema de los centros comerciales que tenían los coches aparcados, no se sabía si había gente todavía atrapada ahí en los coches, compañeros y gente cercana comentaban que los coches en las calles se habían apilado, era surrealista todo lo que estaba pasando", reconoce la directora del SJM Valencia.
Una compañera del equipo del SJM Valencia, Lorena (la trabajadora social y coordinadora de hospitalidad) con el equipo de voluntariado de la Universidad de Trabajo Social, del Colegio de Trabajadores y Trabajadoras Sociales, se lanzó a la zona y ahí empezó a contactar con los servicios sociales: "En ese momento se une Matilde, que es la hermana de Jesús María, que siempre tuvo en mente y tuvo en su casa personas a modo de acogida en un espacio muy amplio que tienen las hermanas, entonces fueron las que estuvieron detectando situaciones de riesgo", explica Cecilia.
Mientras, el resto del equipo estaba atendiendo otro tipo de emergencias como las llamadas, el control de que la gente que viene a los espacios a formarse estuviera bien, que no hubiera habido desgracias personales y atentas a lo que pudiera ser de utilidad en ese momento.
En seguida se formó un comité de emergencia y entonces empezaron a compartir la información: "Las Escuelas de San José, con su grupo técnico, estuvo trabajando en Alacuás para poder extraer agua de la casa que se había inundado para ver si la casa podía ser un hábitat para acoger personas" explica.
Emergencias SJ: la respuesta de la Compañía de Jesús en Valencia
Desde los primeros momentos las obras Jesuitas en Valencia constituidas en un comité de emergencia, contaron con el apoyo de la Provincia de España, de todos los sectores, obras y redes de apoyo SJ (colegios, universidades, parroquias, ong sociales, redes de pastoral, comunidades….) incluidas redes de apoyo internacionales como Fe y Alegría.
Junto al apoyo económico, también desde el primer momento las obras jesuitas en Valencia y especialmente desde el Centro Arrupe, promovieron espacios de escucha, espiritualidad y reflexión sobre el efecto de la emergencia y su impacto en las personas más vulnerables y en nuestra sociedad. Se promovieron vigilias de oración y desde las ONG Alboan y Entreculturas, materiales didácticos para el trabajo educativo en todas las etapas.
Desde las escuelas San José de Valencia, se atendían las necesidades más urgentes de acopio y distribución de agua, alimentos y kit sanitarios. Pasados los primeros momentos y solventadas las necesidades más urgentes, poco a poco las obras en Valencia pudieron ir formulando un plan de emergencia y acompañamiento a las personas más vulnerables que continúa hoy.
Situación actual del SJM Valencia respecto a la DANA y consecuencias
"Nosotros estamos todavía trabajando con tema DANA, hay muchas consecuencias derivadas de la catástrofe", reconoce Cecilia. Consecuencias, por un lado, de necesidades básicas: "Hemos tenido desde el primer momento atención a un colectivo muy específico como son las mujeres trabajadoras de hogar y cuidado", que son mujeres que han perdido sus casas, bajos, o la persona que le alquilaba la casa la ha cerrado y no se la alquila más, expone la directora.
En segundo lugar, desde SJM Valencia están atendiendo también a personas que han perdido la documentación y que quizás estaban en proceso de regularización: "Los estamos acompañándolos en todo el tema jurídico y ahora más todavía por el tema de la posible regularización de personas inmigrantes que no están regularizadas víctimas de la DANA", añade. En general, cuenta Cecilia, no están llegando las ayudas.
Ahora están trabajando junto a Entreculturas en un proyecto de inclusión, inmigración y cooperación con varios focos de intervención: "A través de las escuelas San José que han estado interviniendo en esa zona, vamos a ver si podemos volver a la zona para seguir detectando estas necesidades porque hay muchos colectivos que no han aparecido aún por temor, por miedo a ser denunciados", admite.
Haciendo familia, el proyecto con las Hermanas de Jesús María
A raíz de las desgracias también surgen espacios de esperanza y, con total seguridad, este proyecto es uno de ellos: "No nos olvidemos que viene mucha gente en general, sobre todo de los lugares muy vulnerables, con temas de salud mental importante", advierte Cecilia. Las hermanas ya venían colaborando con el SJM Valencia y a partir de ese momento se sientan con ellas a dialogar también, cosa que hacen por una inquietud puramente de ellas para ponerse a disposición de nosotros y de la Compañía de Jesús para un proyecto de hospitalidad de más envergadura.
Los beneficios de ese proyecto se multiplican: "Desplegamos un servicio de apoyo a través de la unidad de apoyo de trabajadora social y servicio jurídico que nos permite atender tanto a los procesos de medio plazo como a las necesidades sueltas que se van presentando", añade.
Este proyecto, detalla Cecilia, durará un año y medio más o menos: "Querríamos que esas personas, para ese entonces, que son mujeres con niños, tengan un sitio donde ir a vivir, pero también estén rearmadas a nivel jurídico, con sus papeles en proceso y sobre todo a nivel emocional", destaca. Resalta la importancia de no caer en el olvido del trauma que se genera aquí: "Hay personas que han tenido problemas muy grandes, niños que cuando ven llover no quieren salir a la calle, hombres y mujeres que están afectadísimos porque esto ha sido muy traumático, muy traumático..." reflexiona.
El trabajo en red es lo que puede dar soporte
Para Cecilia, el mensaje de esperanza sigue siendo siempre el mismo: que el trabajo en red es lo que puede dar soporte para seguir trabajando con obras de la Compañía y fuera de la Compañía. También está la esperanza de poder creer que de esto se va a poder aprender algo: "Aquí hay muchísimas causas que se han juntado, no solamente el tema de una inundación tremenda, sino que también causas estructurales de cómo se construyen los suelos y cómo está todo impermeabilizado, entonces la esperanza es poder aprender de una experiencia tan dolorosa, de seguir acompañando a las personas más vulnerables que son las que necesitan, y también la esperanza de poder encontrar luz aún en el barro", finaliza.
"Teníamos claro que teníamos que articularnos todas las realidades juntas"
"La zona afectada por la Dana es tan grande y tan poblada que muchísimas personas de Valencia tenemos familiares, amistades, conocidos, amigos de mis hijos", cuenta Encarna Durán, de Entreculturas Valencia.
Sin dormir la primera noche
El primer momento fue horrible: "La noche de la DANA casi no dormimos viendo todo lo que estaba pasando y lo terrible fue la falta de comunicación con las personas afectadas", reconoce. El hijo de una amiga suya trabajaba en un polígono y no supo nada de él en toda la noche: "A mi casa en Pinedo, que no llegó el agua, hubo gente que vino a dormir", explica.
A nivel del Centro Arrupe y todas las realidades que viven en la casa el impacto personal era grande: "Teníamos personas que trabajan aquí viviendo en zona afectada como Paiporta, Picaña o Sedaví", añade Encarna.
“Las primeras conversaciones por WhatsApp eran todas destinadas a organizarnos como equipo de voluntariado para ver cómo y quiénes podíamos llegar a la zona", cuenta.
En cuanto ya pudieron hacer una valoración de la situación y en conjunto con el resto de obras en Valencia, pudieron diseñar desde Entreculturas el aporte de valor al conjunto de la emergencia: "Por un lado, teníamos esa parte de generar propuestas didácticas y colaborar en el diagnóstico de la situación educativa junto a otras organizaciones de infancia y desarrollo y, por otro lado, lo que es el seguimiento y acompañamiento directo de centros que conocemos, saber cómo estaban y qué necesitaban", prosigue.
La desorientación y acción desorganizada del principio
La situación era caótica y la desinformación era total, no solo en la Compañía de Jesús: "Empezamos a tener reuniones a nivel de Entreculturas y como Sector Social, que nos convocaron online para saber lo que estaba pasando, cómo estábamos, qué íbamos a hacer y qué necesitábamos". Hubo una respuesta ciudadana necesaria: "Yo la defiendo al cien por cien, pero estuvo muy poco organizada", dice la coordinadora de Entreculturas Valencia.
Ahí es cuando surge, como hemos ido contando a lo largo del reportaje, la web de Emergencias SJ: "Teníamos que canalizar a nuestra gente y ver cómo aportábamos en la emergencia, de ahí empezamos a articularnos y a decir, además de ponernos a disposición de Cáritas, que qué hacíamos", contextualiza.
Sensibilizar, reflexionar y acompañar
La intención desde el principio, comenta Encarna, era generar material educativo: "De hecho hay unas unidades didácticas en colaboración con Educsi que nosotras le hemos dado difusión como unidades didácticas que permiten sensibilizar y reflexionar, o sea, que la propia emergencia también nos sirva como punto de partida para hacer esa reflexión, qué tipo de reconstrucción se necesita, temas de solidaridad, educación emocional también, etc...".
Desde Entreculturas empezaron a hacer ese acompañamiento al sector educativo en zona afectada: "Por un lado, teníamos esa parte de generar propuestas didácticas y colaborar en informes de ese tipo y, por otro lado, lo que es el seguimiento y acompañamiento directo de centros que conocemos, saber cómo estaban y qué necesitaban", prosigue.
'Espacio Red' en dos modalidades: jóvenes e itinerante
Ese acompañamiento se ha transformado en un proyecto, que trata de dar seguimiento y apoyar en material escolar, de apoyar en actividades de sensibilización y participación comunitaria y ahora se está convirtiendo en un programa (Espacio Red) que está empezando a funcionar con más fuerza.
La intención desde el principio, comenta Encarna, era generar material educativo: "De hecho hay unas unidades didácticas en colaboración con Educsi y Alboan que nosotras le hemos dado difusión como unidades didácticas que permiten sensibilizar y reflexionar, o sea, que la propia emergencia también nos sirva como punto de partida para hacer esa reflexión, qué tipo de reconstrucción se necesita, temas de solidaridad, educación emocional también, etc...".
Las modalidades serán dos. Por un lado, está Espacio Respiro, en la Casa de Ejercicios Espirituales de La Purísima de Alaquàs, para los jóvenes. Allí los jóvenes acuden para la reflexión, compartir sus vivencias, sus sentimientos, gestionar la educación emocional y, sobre todo, que como jóvenes articulen su participación en esa reconstrucción de esos barrios. Esto se hace con jornadas en la casa: "Tenemos ya institutos que van a ir viniendo durante marzo y abril a la casa a trabajar en este tipo de dinámicas", detalla con claridad Encarna. Y, por otro lado, está el Espacio Red Itinerante: "Nosotros vamos a trabajar con jóvenes a los municipios con actividades de este tipo", añade.
A Encarna, estos espacios, le parecen clave: "Son lugares de desahogo, de sanar mentalmente lo que ha pasado, de ver realmente los problemas económicos y sociales que van a persistir durante tiempo porque en las familias de muchos jóvenes han tenido sus familias, pérdidas de trabajo, pérdidas de negocios, pérdidas de salud mental muy importantes... porque han tenido un estrés muy fuerte y no están teniendo cómo solucionarlo, esa noche generó mucho trauma colectivo", reflexiona.
Toda la fuerza de Entreculturas está en ese acompañamiento a jóvenes y a sus educadores y docentes: "Vamos a reconstruir en positivo esa parte de jóvenes, docentes y educadores" afirma Encarna.
Entreculturas tiene claro que quiere aportar la experiencia de dinamización comunitaria: "Queremos acompañar a estos grupos de vecinos y vecinas para dar también esa reflexión sobre la solidaridad y la convivencia, porque todas estas situaciones en inicio unen mucho a la gente, pero ahora también hay mucha tensión y la tensión a veces también es entre personas, a lo mejor migrantes y no migrantes, quien recibe ayudas, quien no recibe ayudas, etc..." explica Durán.
Responder a la emergencia y dar continuidad: el proyecto conjunto entre SJM y Entreculturas
Se trata de un proyecto con dos líneas de actuación: por un lado, está la atención directa (que coordina SJM) tanto en asesoría a personas migrantes (en tema de ayudas y jurídico), como sobre personas vulnerables en situación irregular; por otro lado, la de la autoorganización de los grupos de vecinos y vecinas y a los que SJM y Entreculturas van a apoyar: "La idea es ayudar a que la propia vecindad se organice, es decir, generar un proceso de participación ciudadana que se sostenga en el tiempo", asegura Encarna.
Un mensaje de esperanza: de los peores momentos estamos viendo nacer cosas también increíbles
La autoorganización ciudadana o la solidaridad de todos podrían ser, perfectamente, dos puntos de esperanza: "La solidaridad, tanto del pueblo valenciano como del resto de España, ha sido brutal" afirma la coordinadora de Entreculturas Valencia. Se han generado muchas redes de pequeños comercios ayudando a pequeños comercios que han perdido todo: "También podemos ver a familias hermanadas con familias... esto te devuelve la esperanza en la humanidad" asegura Durán.
"De repente una antigua alumna de Zaragoza nos mandó un tráiler con comida"
Pedro Giner es director de las Escuelas de San José en Valencia. Nos hemos sentado con él en su despacho, cuatro meses después de la catástrofe, para hacer un repaso a lo ocurrido y a todo lo que ha traído (negativa y positivamente) la desgracia de finales de octubre del 2024.
Aquel martes, 29 de octubre, Pedro iba al bar sobre las 10:00 am y es cuando decretan la alerta roja. Desde ese momento esperan una suspensión de clases que nunca llegó: "Cerca de las 3 pm veíamos los nubarrones negros que venían y mandamos un comunicado por si querían las familias venir a recoger a sus hijos, pero no imaginábamos ni de lejos lo que venía", reconoce.
Sus hijas estudian en el colegio y se quedaron en clases hasta el final: "Se quedaron en las aulas porque realmente no teníamos ningún tipo de instrucción, todo lo contrario", cuenta Pedro. Cuando sonó la alarma en los móviles ya era tarde.
Lo primero, cuando empiezan a llegar los primeros datos, fue pensar en todos los compañeros que tenían del colegio y que vivían en las zonas: "Sientes enfado e ira porque nosotros hemos tenido aquí a los compañeros hasta el final de las clases y podíamos haber puesto en riesgo sus vidas, así que lo primero que piensas es en cómo están", expone Giner.
Lo que ocurre es que no funcionan los móviles, con lo que esa comunicación se hace imposible. No fue hasta el segundo día que tienen a todos localizados y saben que todos están bien: "Están bien porque tienen la vida, pero las pérdidas materiales son muchísimas con compañeros que han perdido los coches, a muchísimos se les ha destrozado todos los trasteros, tienen los garajes inundados, pasarán semanas hasta que se pueda quitar y se puede retirar el agua de los garajes...", reconoce el Director Genera de las Escuelas de San José.
No fue hasta el quinto día por la noche cuando ven un vehículo del ejército: "Lo que sí que empieza a llegar es la ayuda de los voluntarios, porque la gente no tiene agua, no tiene agua corriente, no hay luz..." continúa contando Pedro. Al cabo de unos días empieza a salir todo por los sumideros así como la insalubridad y los malos olores en toda la zona.
Una comunidad educativa muy sensible a la realidad
"Nadie sabíamos qué hacer en ese momento", reconoce Giner. Lo que ocurre es que son más de 7 mil personas entre estudiantes, padres y profesores: "El canal vehicular era Cáritas, pero con tantísimas personas que formamos la comunidad educativa pues hay mucha actividad y mucha vida", añade. Posteriormente, les llega vía AMPA que hay unos padres que están muy vinculados a una fundación y que les gustaría que el colegio pudiera hacer central de recogida de alimentos. Las clases todavía estaban suspendidas: "Recogíamos alimentos en el cole y se clasificaban para dar en bolsa, podía parecer una tontería, pero cuando ibas a la zona lo entendías", asegura Pedro.
"Las bolsas se entregaban directamente puerta por puerta, porque había muchísima gente que no podía bajar su casa y que no salía de su casa por miedo al pillaje, porque no había seguridad en las calles", cuenta Giner.
"Somos un centro de la Compañía de Jesús y te preguntarás, ¿qué pasa con eso? Pues que ocurren cosas como que de repente una antigua alumna de Zaragoza nos manda un tráiler con comida" explica Pedro. Y ahí aparecía otra familia y otras personas que traían maquinaria para poder coger los palets de comida: "El alumnado estuvo muy implicado, daba mucho gozo" admite Giner emocionado.
Les llamaron de la Administración Provincial por si podían echar una mano para preparar la Casa de Ejercicios de Alaquás: "Fueron equipos de formación profesional, de alumnado, con profesores... para que pudiera acoger a gente aquí, fue tremendamente bonito" narra.
Por otro lado, en el área formación profesional lo que hicieron fue llevar equipos a las empresas, pero no para aprender, sino para ayudar: "Queríamos que fueran un administrativo, un electricista, un electrónico, un mecánico, una persona de mantenimiento... de manera que pudieran ir a la empresa a ayudarles directamente en las tareas de reconstrucción" explica Pedro.
Esto, reconoce el Director General de las Escuelas de San José, ha sido muy valorado por las empresas de aquí de Valencia: "Han agradecido mucho esa ayuda porque nosotros siempre hemos estado llamando a las empresas para pedir y esta vez llamamos la empresa para ofrecernos, el tejido empresarial de la zona estaba destrozado", cuenta.
"¿Después de haber sentido que lo pierdes todo, también de sentir desarraigo, qué más hay?" se pregunta Pedro.
Ahora también se están dinamizando como comunidades de escucha y se está viendo la posibilidad de cómo entre el SJM, Entreculturas y las Escuelas de San José pueden avanzar en esta línea. A nivel de Educsi, reconoce, se sintió muy acompañado y arropado: "Recibí centenares de llamadas para preguntarme cómo estaba y qué necesitábamos, pocos directores de colegio no han lalmado para ofrecer algo o mandar un mensaje", añade.
Una situación límite saca lo mejor y lo peor
"Sí que es verdad que tener la sensación de estar a la intemperie, tener la sensación de que las seguridades se nos van... nos puede ayudar muchísimo a salir de nosotros mismos y a crecer como comunidades, es una oportunidad" cuenta Pedro. Él cree que eso, mantenido en el tiempo, es difícil: "Empieza a generar una cantidad de preguntas de por qué este sufrimiento y creo que es ahí donde la compañía más tiene que decir, justamente ahí, en acompañar ese sufrimiento", plantea con claridad.
¿Se puede estar orgulloso ante una situación tan dramática?
"Hombre, orgulloso, lo que se dice orgulloso... con tanto sufrimiento no se puede estar ni orgulloso ni satisfecho, no puedo decirlo", reconoce, recordando aquellos días, Giner. Está tranquilo con lo que pudieron hacer: "Estoy orgulloso de mis compañeros que se mataron a ser voluntarios, estoy orgulloso de mis familias que leyeron perfectamente una realidad, estoy orgulloso tremendamente de mis alumnos que supieran salir de ellos mismos...", admite emocionado Pedro.
Cartas de esperanza
Una de las cosas que llevaban los niños en las bolsas de comida eran cartitas: "Nos llegaron infinidades de agradecimientos por esas cartas que han sido cartas de esperanza, y en un momento donde te falta la esperanza, el tomar conciencia de que hay un niño que te da un mensaje de esperanza para muchas familias fue muy importante"
"Yo creo que sí hace falta hablar mucho del sufrimiento, pero a otro nivel, porque vivimos en una sociedad en la que no profundizamos sobre esto", reconoce Pedro. Además, explica que la gente que está sufriendo en estas zonas, y que sigue sufriendo, necesita expresar ese dolor: "Necesita encontrar canales donde se le escuche y expresar ese dolor, nuestra sociedad no nos ayuda a enfrentarnos al sufrimiento y necesitamos hablar de ello más".
El centro ha ido liderando diferentes actividades de sensibilización y apoyo a la recaudación (mercadillos, conciertos, encuentros) y siguen ofreciendo apoyos sobre el terreno como la implicación del alumnado de FP en la rehabilitación de instalaciones en la zona afectada. Entre otras muchas cosas, se convirtieron en un gran banco de alimentos y solidaridad del 2 al 8 de noviembre, además de ser lugar de acogida de otros centros para impartir sus clases.
"La DANA nos ha retado a todos"
Abel Toraño SJ es el Delegado de la Plataforma Apostólica Mediterránea. Con él nos hemos sentado para conocer de primera mano cómo vivieron esos desgraciados momentos: "Lo primero fue lo inmediato, lo urgente... que es el tema de ropa, comida y bebida", responde.
Trascender los límites de las obras con una respuesta en común
Ahora les toca integrar este impacto de la DANA en el día a día, en la cotidianeidad: "Esto no se va a ir en mucho tiempo y muchas cosas van a quedar ahí, entonces tenemos que plantearnos cómo vivir con esperanza todo esto", reflexiona Toraño.
En el momento de la DANA estaba de reuniones en Madrid, donde le pilló todo: "En cuanto caí en cuenta de la desgracia, pedí salir de la reunión para escribir una carta, que fue la primera que se publicó", reconoce Abel. Al día siguiente volvió a Valencia como pudo con un compañero. Tuvieron que ir hacia el norte para bajar a Valencia, donde lo primero que hicieron fue recoger impactos y peticiones: almacenamiento, de alimentación, de ropa, de colegios que no podían usar sus aulas y pidieron usar aulas de las Escuelas de San José, etc...
Esto les obligó, y tiene mucho que ver con lo que es una Plataforma Apostólica, a trascender los límites de las obras: "Detectamos rápido que la respuesta no podía ser por separado, que teníamos que responder como Jesuitas Valencia", explica este jesuita.
El campo de trabajo en Paiporta en Navidad
Un ejemplo de la respuesta en común, entre los muchos que hay, fue el del campo de trabajo en Navidad. Abel recuerda que al acabar el segundo día de trabajo, un trabajo muy duro físicamente, los chicos y chicas tenían el cuerpo y el rostro muy agotado: "Era un trabajo de sol a sol, parando para comer y cargando mucho peso, con varios trabajos en paredes, con andamios..." detalla el Delegado de la PA Mediterránea. Pudieron vivir, aunque fuera a modo píldora y durante unos días, lo que la gente vivió: "Era un cansancio físico y anímico muy grande, como los de muchas personas los días de la DANA, lo que es una manera de estar en la realidad", reconoce.
El dinero recaudado, explica Abel, está permitiendo muchas cosas: "Nos ha permitido abrir la casa de ejercicios y atender a grupos de voluntarios, está permitiendo recuperar los locales de Paiporta, ha permitido que el SJM tenga un proyecto con migrantes afectados por la DANA, que Entreculturas Valencia pueda preparar unas sesiones didácticas para los colegios de la zona sobre cómo afrontar esta situación de dificultad, las Escuelas de San José acogiendo alumnos, becas de comedor y muchas otras cosas...", reflexiona Abel Toraño.
La campaña DANA sigue activa a través del enlace emergencia DANA y han sido muchas las actividades de sensibilización, recaudación, participación llevadas a cabo desde todas las plataformas SJ y que se siguen realizando, pues aún y especialmente para las personas más vulnerables, seguirá siendo mucha la necesidad de apoyo.
Créditos:
Creado con una imagen de Njay - "Young man sitting on bench enjoy nature."