En la Universidad Francisco de Vitoria creemos que una auténtica educación universitaria no puede limitarse a lo técnico o lo funcional. Preguntas como qué significa ser humano, si existe la verdad o si nuestra vida tiene un sentido último no son ajenas al aula: son, de hecho, el núcleo desde el que se transforma el conocimiento en sabiduría. Esta apertura a la totalidad de lo real es lo que llamamos razón abierta: una forma de pensar que no excluye la ciencia, sino que la amplía, integrándola con la filosofía, la ética o la teología. Porque "formar para transformar" exige enseñar a mirar más allá de lo inmediato.
Pedimos a María Lacalle, directora del Instituto Razón Abierta, que nos proponga algunos ejemplos.
"Una cuestión básica cuando se está estudiando es si existe la verdad o si todo es relativo. También aparece la cuestión sobre para qué sirve lo que hacemos. Creo que es necesario plantearse si hay una responsabilidad de cuidar de los demás, pues eso será determinante en el modo de afrontar la propia profesión: con espíritu de servicio o de modo individualista. Si tal responsabilidad existe, ¿de dónde surge? ¿Que la haya significa que hay acciones mejores que otras, que hay acciones que además me hacen mejor o peor? En ese caso, ¿quién decide lo que está bien y lo que está mal? ¿Las leyes que hacen los gobiernos?".
Señala la profesora Lacalle que los temas se pueden ampliar, de modo que estas reflexiones profundas encuentran hueco en todos los grados de la UFV.
Por ejemplo, ¿el modelo actual de trabajo pone a la persona en el centro o la reduce a ser un instrumento? ¿Qué valoraciones éticas hay que hacer sobre el trabajo en el sector financiero? Aplicado al urbanismo, ¿son humanas nuestras ciudades?"
Del mismo modo, dice, "si nos centramos en medicina, enfermería, fisioterapia o psicología, habría que plantearse el sentido del dolor en la enfermedad física o en el trastorno mental. A esta pregunta no se responde con el bisturí o con un psicofármaco: requiere una reflexión profunda, antropológica. Sin embargo, es una reflexión que cualquier médico, enfermero o psicólogo tiene a flor de piel. ¿No debería la universidad proporcionarles herramientas intelectuales para que puedan responder a ella?
La profesora Lacalle explica que de fondo están siempre cuatro grandes preguntas:
- ¿Qué significa propiamente ser humano? (Pregunta antropológica).
- ¿Qué podemos realmente saber, cuál es nuestra relación con la verdad, hasta dónde llega el alcance de cada uno de los conocimientos que enseñamos, qué relación puede establecerse con otras ciencias o modos de conocimiento? (Pregunta epistemológica).
- ¿Qué significa hacer el bien con mi profesión y qué significa vivir bien mi vida? (Pregunta ética).
- ¿Tiene todo esto –el esfuerzo, la vida, la alegría y el sufrimiento– un sentido último?, ¿tiene nuestra vida una misión? (Pregunta de sentido).
El Instituto Razón Abierta de la UFV reúne el esfuerzo de toda la comunidad universitaria para avanzar en esta búsqueda. ¿Cómo?
Sigue María Lacalle: "Trabajando juntos en diversos proyectos para abrir un diálogo fructífero entre las áreas de conocimiento más fundamentales (filosofía, ética, teología) y las ciencias particulares. De ese modo, los saberes particulares (que se ocupan de aspectos delimitados de la realidad: la salud, la noticia, la ley, el habitar, etc.) superan lo meramente técnico para tratar de atender todas las necesidades de las personas. La Razón Abierta busca evitar uno de los grandes riesgos de la universidad actual: formar expertos sin corazón, lo que Ortega denominaba ‘los nuevos bárbaros’".
Para eso desde el Instituto de Razón Abierta se promueven:
- Comunidades de estudio y cursos de formación para profesores en los que se busca la reflexión de cómo ampliar el horizonte y alcance de cada grado y asignatura.
- Proyectos de investigación interdisciplinar.
- Los Premios Razón Abierta.
- Congresos y seminarios temáticos.
- Establecer una extensa comunidad internacional con profesores y universidades con una sensibilidad similar hacia la unidad del saber.
Para tratar de descubrir qué puede significar la Razón Abierta en la vida de la UFV hemos hablado con dos profesores de áreas muy distintas: la electrotecnia en Ingeniería y la ética y deontología en Comunicación.
Eduardo Pilo es profesor de la Escuela Politécnica Superior (EPS). Imparte clase en el MSI desde 2019 tras haber trabajado en consultoría y fundado su propia empresa. "Descubrí que lo que más me gustaba era educar. Me deslumbraba ver lo que habían crecido profesionalmente los antiguos alumnos. Les veía colaborar entre ellos si no sabían hacer algo o si un compañero necesitaba ayuda”.
A su llegada, le marcó la vocación formativa de la universidad: “Yo estaba aquí para cambiar la sociedad, el mundo. Y lo creo de verdad. Pero es un proceso muy largo y que no observamos completamente”.
Explica que la razón abierta no consiste en añadir ideas externas a las materias técnicas, sino en “abrir horizontes desde nuestro propio horizonte profesional”. Lo entendió profundamente en un curso con profesores de distintas disciplinas: “Dialogamos mucho, trabajamos mucho, y pude madurar la idea”.
“Cuando yo era alumno, los problemas personales no eran relevantes. Sólo importaban las integrales y las ecuaciones. Yo me intereso por los estudiantes: les exijo mucho, pero estoy atento a escuchar lo que les importa”.
La razón abierta es abrir horizontes desde nuestro propio horizonte profesional"
Pilo cree que las asignaturas técnicas también abren preguntas profundas: “La electricidad atiende mucha más realidad que unos cables y unas corrientes. Tiene que ver con que la gente no tenga accidentes laborales, con mejorar su calidad de vida”.
Por eso, en clase plantea dilemas reales: “¿Es posible preverlo todo? ¿Es sostenible económicamente? ¿Se pueden evitar todos los accidentes? Eso es relacionar mi asignatura con la epistemología, la antropología y la ética”.
Isidro Catela es profesor de Ética y Deontología en la Facultad de Comunicación de la UFV. Lleva toda su vida en el sector del periodismo y colaboró en el nacimiento del Instituto Razón Abierta.
De la UFV "me gusta la nítida identidad católica, respaldada y sostenida por la misión de la universidad. También me deslumbró la idea de razón abierta".
Le preocupa el tono con el que muchos estudiantes se aproximan a la realidad: “Apuntan a sociedades futuras que son indeseables. Al insistir en lo negativo la gente se rinde. Por eso hay que pelear por la realidad: hay más noticias que las malas noticias, y en las malas hay posibilidad de luz y esperanza”.
Apuntan a sociedades futuras que son indeseables. Al insistir en lo negativo la gente se rinde. Por eso hay que pelear por la realidad: hay más noticias que las malas noticias, y en las malas hay posibilidad de luz y esperanza"
Por eso defiende la razón abierta como forma de ampliar el sentido del conocimiento: “La realidad, como la razón, es maravillosa. Pero lo que vemos y experimentamos es insuficiente: necesita ser ampliado”. Explica que muchas disciplinas, como el periodismo, plantean preguntas fundamentales: “Tu ciencia se plantea preguntas para las que no tiene respuestas y necesita otras. Los periodistas sabemos de muchas cosas poco. Necesitamos poner en diálogo lo que sabemos con la filosofía y la teología para ver cómo se engrandece”. A su juicio, al reducir la ética a legislación, se pierde profundidad: “Eso es una razón estrecha”.
En su facultad hablan de profundidad de foco. "Un comunicador que pone en juego su razón, necesariamente profundiza, se sale de los carriles más trillados, entiende la necesidad del periodismo lento, con criterio. Lo mismo pasa en audiovisual: trato de hacerles ver que cada posición de la cámara es una posición moral, de modo que vivan su trabajo desde la tarea de ser mejores".
Y concluye con una imagen que lo resume todo: “¿Enviarías una máquina a tomar un café por ti? Estando de acuerdo con la tecnología, no basta con ella para llegar al fondo. Hay una constante tensión, muy positiva, entre lo que cambia (tecnología) y lo que permanece (lo genuinamente humano). ¿Qué diferencia aportamos cada uno de nosotros? Ahí entra la razón abierta."
En la Universidad Francisco de Vitoria, educar no es solo transmitir conocimientos, sino ayudar a los estudiantes a hacerse cargo del mundo y de sí mismos. La razón abierta permite integrar la ciencia con la pregunta por el bien, la verdad y el sentido, ampliando los horizontes de cada disciplina y de cada persona. Porque no se trata solo de formar expertos, sino de formar personas capaces de transformar la realidad desde dentro. En eso consiste la revolución humana: en una educación que une razón y corazón para que cada alumno pueda descubrir quién es, para qué está llamado y cómo poner su saber al servicio de los demás.