La piel es el órgano más grande del cuerpo y en ese sentido está expuesta a procesos oxidativos tanto o más que nuestros órganos internos, y es por ello que para mantenerse sana hasta bien entrada la vejez la piel necesita de antioxidantes.
La mayoría de los antioxidantes (como las vitaminas C y E) son moléculas grandes y es por ello que no pueden penetrar fácilmente la membrana de las células de nuestra piel.
El hidrógeno es el antioxidante más poderoso conocido por el hombre. Su diminuto tamaño es la clave de su eficacia, ya que tiene la capacidad de llegar a donde otras moléculas no pueden.
El diámetro del átomo de hidrógeno es aproximadamente 10 millones de veces más pequeño que un milímetro (0,1 nanómetros).
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