Nuestros oídos (y en general, nuestro sistema auditivo, incluyendo al cerebro), funcionan desde más o menos la mitad del embarazo y jamás dejan de hacerlo, sin descanso, sin vacaciones, sin horas para comer, sin días festivos, sin fines de semana ni permisos por enfermedad y por supuesto sin pago de aguinaldo, prima vacacional, ni nada por el estilo… hasta que se nos ocurre dejar este mundo. El sistema auditivo es una de esas “antenas” que tiene nuestro cerebro para obtener información importantísima del medio que nos rodea, y tiene relación con múltiples áreas cerebrales, incluyendo las que tienen que ver con el lenguaje, los sentimientos o la memoria, entre otros. Pero tal vez ya estás cansado de escuchar el canto de los pájaros, el rugir de las olas al estrellarse contra las rocas, la música que te conecta con partes tuyas que no conocías, o la voz de tu mamá o tus hijos diciéndote “te amo”. No te culpo, tal vez son cosas que te sobrepasan y probablemente quieras descansar de ellas… pero la audición es un fenómeno INVOLUNTARIO, y tu sistema auditivo puede (el muy maldito) extraer toda esa información del medio, aunque no quieras: Si, aunque te tapes los oídos con los dedos, sigues escuchando. Pero no te pongas triste: Si lo tuyo es el silencio, o incluso si crees que te haría más feliz el escuchar un sonido tipo pitido permanentemente y por el resto de tus días, te ofrezco la solución (o cinco, de hecho):
EXPÓN TUS OÍDOS AL RUIDO INTENSO Y SIN DESCANSO
¿Alguna vez saliste de un concierto o un antro, ensordecido y con zumbido en los oídos (acúfeno)? Eso significa que lastimaste tus oídos y probablemente hasta murió una parte de ellos; si murió una parte pequeña, el acúfeno y el ensordecimiento pasarán en uno o dos días máximo. Pero si murió una parte significativa, es posible que esos síntomas queden ahí PARA SIEMPRE. ¿Cómo? ¿Que sientes que has fallado? ¿Que querías asesinar tus cócleas de una vez por todas y para la eternidad? Bueno, el que persevera, alcanza. Pero tendrás que empezar a hacer las cosas con método y podrías empezar por lo siguiente: Primero: Consigue una de las muchas aplicaciones que hacen funcionar tu teléfono celular o smart watch como sonómetro y verás en la pantalla el nivel de ruido ambiental en decibeles (dB), que son las unidades con las que medimos el volumen de un sonido. Segundo: Aprende la siguiente regla: A partir de 85 dB de intensidad, puedes estar solamente una hora en ese ambiente escandaloso sin lastimar tus oídos. Si estás más de una hora, seguro empezarás a lesionarlos... entre más tiempo, mejor. Pero si aumentas solamente 3 dB de intensidad (a 88 dB), el tiempo para no lesionarlos se reduce a la mitad (media hora), y si aumentas otros 3 dB (a 91 dB), el tiempo se reducirá a 15 minutos, y si aumentas otros 3 dB (a 94 dB), el tiempo se reduce a 7.5 minutos… y así sucesivamente. Lo único que tienes que hacer, es exponerte a la intensidad adecuada, entre más tiempo mejor, y con un poco de constancia lo lograrás. Ahora que si ya te uuuurge acabar con tus oídos, podrías ponerte cerca de alguien que tenga un arma (de fuego, obviamente; porque un cuchillo no funciona para esto), y pedirle que dispare su arma cerca de tu cabeza (sin apuntarte, claro: Queremos asesinar tus oídos, no todo lo demás). Ese disparo, o la explosión de un cohetón, o irnos a sentar cerca de un señor que taladra el pavimento, o acercar la cabeza al escape de una motocicleta de esas, asquerosamente escandalosas, probablemente hagan el trabajo más rápido por tratarse de estímulos que, aunque no tan duraderos, tienen una intensidad tan elevada, que fácilmente destruyen tus oídos internos en un santiamén.
NO CUIDES TU SALUD GENERAL
La hipertensión arterial, el colesterol elevado y la diabetes afectan también tus oídos e incluso el nervio auditivo y diversas áreas del cerebro que se encargan de la audición, y aceleran su deterioro si ya están envejeciendo o si ya están lastimados previamente por otras razones. Así que, date gusto con las papas fritas, los Dorilocos o esas 7 rebanadotas de pizza de pepperoni. Trágate ese pastel o ese kilo de galletas, zámpate ese litro de helado o esa torta de tamal y no hagas ningún tipo de actividad física ni realices revisiones médicas periódicas aunque te sientas mal. ¡Recuerda que sólo se vive una vez y que de algo nos hemos de morir!
AUTOMEDÍCATE
Toma cualquier medicamento que te recomienden tus amigos o la vecina chismosa y no lo consultes con un médico: Si te enfermas del estómago o tienes una gripa latosa que no se quita en un par de días, toma todos los antibióticos que se te ocurran… en especial de la familia de los aminoglucósidos: Son inyectados, pero es un sacrificio mínimo si en verdad te has propuesto terminar con esa molesta audición perfecta que tienes. ¿No funcionaron? No hay problema: hay productos para adelgazar que contienen diuréticos (en especial uno llamado furosemida) que podrían hacer el trabajo sin problema. La ventaja es que ni siquiera requieres receta médica para comprarlos y aunque termines deshidratado como charal, si tus oídos son sensibles podrías lograr tu cometido en unas semanas. El inconveniente es que no todos los oídos son sensibles al daño por estos medicamentos y por eso hay gente que los toma durante años sin consecuencias.
USA LO QUE TENGAS A LA MANO PARA "LIMPIAR" TUS OÍDOS.
Todo mundo lo sabe: Los oídos se tienen que limpiar muchas veces al día con cuanto instrumento quepa en ellos. Desde llaves, hasta palillos o incluso agujas de tejer... ahora que si eres aburrido y no te gusta experimentar, pues usa hisopos. El caso es introducir el objeto en cuestión y hacer toda suerte de movimientos hasta provocar dolor (ya sabes: “no pain, no gain”) y hasta tener esa satisfacción feroz de dejarse llevar por las sensaciones. Si todo sale bien, podrías perforarte el tímpano: esa membrana que vibra cuando el sonido entra en nuestros oídos y que transmite las vibraciones a los huesecillos y posteriormente al oído interno. Otra opción muy valiosa (aunque tienes que pagar por ella), es ir a que te apliquen los "conos de cera". Va a salir una cochinada que te van a decir que viene de tus oídos, pero no te preocupes, es cera que viene integrada en los conos para hacerte creer que te están sacando hasta el cerebro. El punto es que tal vez con el calor te produzcan alguna quemadura en el conducto auditivo o en el tímpano, y entonces, con un poco de suerte, ¡¡podría infectarse!!! Si tuviste suerte de que te perforen el tímpano con cualquiera de las maniobra anteriores, vamos por buen camino... Lo malo es que el tímpano, cuando el agujero es pequeño, puede cicatrizar espontáneamente en un par de semanas, así que hay que apurarse a ir cuanto antes a un balneario concurrido (de preferencia en semana santa o vacaciones de verano) para que entre una generosa cantidad de agua puerca y consigamos infectar el oído. Si se infecta y no te atiendes… vamos de gane porque es probable que se quede así durante mucho tiempo y termine por provocar secuelas permanentes. Lo malo de esta técnica es que duele, da comezón y tarda mucho tiempo (a veces años).
SI TIENES SÍNTOMAS AUDITIVOS, NO TE ATIENDAS o hazlo con cualquiera que no sea audiólogo
Si tienes la suerte de experimentar acúfeno (zumbido de oído) o pérdida de audición de manera espontánea, ¡Bravo! Significa que tus oídos ya están manifestando algún grado de lesión. Lo peor que podrías hacer, es acudir con el médico Audiólogo… en una de esas encuentra la causa y hasta podría detener la progresión del daño. Pero como queremos exactamente lo contrario, simplemente no acudas a buscar atención médica. Es más: si por ahí tienes problemas en casa o en el trabajo por no escuchar bien, mejor ve a alguno de esos centros de venta de aparatos auditivos en los que te atiende todo mundo… menos un médico audiólogo. Con eso, igual y consigues que te adapten mal un par de aparatos auditivos y así logras lesionar más tus cócleas. Además, ni te van a molestar explicándote qué tienes, ni dándote una copia de tu estudio de audición (es más, si no te hacen ni siquiera un estudio… mucho mejor).
Los oídos son receptores sumamente sofisticados pero también sumamente delicados; y formas de dañarlos, pues hay muchas… casi tantas como estrellas en el cielo. Hay pérdidas de audición temporales, otras permanentes y algunas fluctuantes; unas leves, otras moderadas y otras profundas, hay problemas de oído externo, medio e interno, nervio auditivo o incluso de las áreas del cerebro que sirven para escuchar. Así que tienes muchas opciones para lastimar ese sistema tan perfecto y tan eficiente que funciona hasta el último de nuestros suspiros. Si quieres destruir una parte del sistema, sigue este manual y te garantizo éxito rotundo. Pero si lo que quieres es cuidarlo porque sí lo valoras, entonces haz lo contrario y estarás bien. Muy bien, de hecho.
Dr. Salvador Castillo
Un texto para el PROYECTO ESPIRAL AZUL
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