Juan Boronat Cot nació en Valladolid el 20 de octubre de 1988. Entró al noviciado en San Sebastián el 5 de septiembre de 2013, haciendo los primeros votos el mismo día, pero de 2015. Tras el Juniorado en Salamanca (curso 2015-2016), estudió Filosofía y el máster de profesorado en Madrid (2016-2018). Cursó el magisterio en Villafranca de los Barros (2018-2020) y en Valencia formó parte de las Escuelas San José y del Servicio Jesuita a Migrantes durante el curso 2020-2021. Tras la teología en Madrid-Comillas (2021-2024), marcha a Los Angeles, a la Dolores Mission en otoño de 2024, y cura la Licencia de Teología en el Boston College en 2025. Fue ordenado diácono el 10 de febrero de 2024, en Madrid.
Gracia de Dios
Estos días los vive con ilusión y nervios, por todo lo que rodea al sacerdocio: la responsabilidad, la celebración... También con certezas, como que este paso es una gracia de Dios y no un mérito propio
Su vocación, explica, nace en la preparación de su confirmación. Ya entonces tenía claro que Jesús debía ser muy importante en su vida. Siempre miraba hacia el futuro, más allá de la universidad o la carrera. Y en el último año de sus estudios universitarios comenzó el prenoviciado.
“En el tiempo de universidad fue cuando noté que era como jesuita donde la llama de estar con Jesús, de seguirle y vivir como Él, ardía más dentro de mí, con más deseo”
Para Juan, sus años como jesuita han sido una gracia y una oportunidad fundamental de crecimiento personal y en su relación con Dios, para sentirle y seguirle mejor. Sobre todo, destaca el regalo de poder vivir como jesuita en destinos tan distintos y dispares, en donde siempre se ha sentido acogido, querido y cerca del Señor.
No obstante, aprender a decir adiós en cada cambio no deja de suponer una dificultad. Eso va de la mano de ser jesuita. Aunque asume que es el plan de Dios y que no se puede renunciar a seguir rezando y queriendo a la gente que queda atrás.
“Sería ingenuo pensar que puedes ser amigo de todos, pero sí puedes compartir con todos el amor de Dios que nos vincula y nos une”.
Lo mejor, eso sí, es poder compartir la vida y la vocación con amigos en el Señor. Especialmente para él, con otras personas que viven la vida religiosa en vocaciones diferentes, pero a quienes puede llamar amigas y amigos.
Aunque lo principal de ser sacerdote, para Juan, es vivir en Jesús y celebrar con Jesús; para que Él pueda ser para los demás a través de su propia vida.
Una vocación global y una misión universal
La experiencia en el extranjero, por otro lado, ha sido para él todo un regalo. Estudiar en Estados Unidos, además de ampliar su formación, le ha permitido profundizar en el inglés, algo imprescindible en el mundo globalizado actual. Poder conocer la Iglesia en otros contextos, formas, gestos y palabras, y comprender que es la misma Iglesia, ha sido toda una enseñanza de estos meses.
En Los Ángeles estuvo ayudando en una parroquia que acoge especialmente a personas migrantes y refugiados, una realidad que le tocó el corazón de manera muy especial, a través de personas de origen latino, muy sencilla, pobre, pero llena de esperanza a pesar de todas sus dificultades.
Jesús tiene que ser todo
Y preguntarse quién es Jesús para él. Es el consejo que Juan lanza a todo aquel joven que se plantee acerca de su posible vocación.
Yo me pregunto todos los días si soy lo suficientemente humilde para servir como sacerdote, como Jesús.
La única certeza que tengo de mi vocación es sentirme totalmente amado, sostenido y querido por Él. Esa es la verdad que me acompaña y que alimenta todos mis deseos que vienen de Él. Sentirme en sus manos, abrazado, con su paciencia infinita conmigo, con su misericordia, con su fortaleza.
Para Juan, los Ejercicios Espirituales le acompañan en todo momento. Siempre hay una escena o pasaje en la que se ve más reflejado. Sin importar el contexto o el momento vital, con los ejercicios ha visto crecer y madurar su relación con Jesús como jesuita.
Juan Boronat Cot SJ recibirá la ordenación sacerdotal de manos de D. José Rico Pavés, obispo de Asidonia-Jerez, el día 5 de julio de 2025 en la Basílica Menor de Nuestra Señora de los Milagros en El Puerto de Santa María (Cádiz).
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