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SIGLO XIX EL ESPÍRITU DEL AGUA REVISTA LOGIA

SIGLO XIX EL ESPÍRITU DEL AGUA

Por Carlos Víctor Jasso de Anda

Presentación del libro: Siglo XIX El Espíritu del Agua

“Siglo XIX. El espíritu del agua”, es una novela de ficción histórica cuya lectura es muy agradable. Al trashojarla, es decir, revisarla de manera inicial, rápidamente se da cuenta que, sin ser de carácter masónico, sí hace unos guiños a diversos simbolismos iniciáticos. En el índice hay 33 capítulos y tres llamaron mi atención: Hijo de la viuda, La traición, y ¿Quiénes son los masones?

Al proseguir la lectura, continuaron apareciendo señales, cito a continuación algunas ideas:

“Veo con agrado que eres muy observador, eso es muy adecuado para comprender la realidad e iniciar el camino para buscar la luz”.
“A la libertad, si no la acompaña la dignidad, es una causa inútil”.

No haré aquí un resumen del libro, ya que se le quitaría el velo y entonces ya no tendría caso que aquellos que pretendan leerlo, lo hagan. Me limitaré a dar mis puntos de vista desde lo que me provocó la lectura, con algunos apuntes para dar contexto.

Hay, además, un capítulo que sobresale por su propio título: Abrazos, no balazos. Cuando vi el nombre, algo no hizo sentido dentro de mí, no olvidemos que el título de la novela es “Siglo XIX, El espíritu del agua”, que, aunque abarca el ocaso del Siglo XVIII, gran parte de esta efectivamente se centra en el nacimiento y desarrollo inicial de nuestro país. Decía pues, que en este contexto no me sonaba lógico el título Abrazos, no balazos, por el contrario, para los que están versados en los acontecimientos convulsos del México decimonónico, será fácil distinguir que la coma está mal puesta, debiendo ser un mejor título que lo describa, el de ¡Abrazos no!, ¡balazos! Esta situación de mera sintaxis, y por qué no, también una cierta dosis de semántica me llevó a pensar en cómo debería abordar los comentarios a esta novela.

Ahora bien, el libro tiene como una de las figuras principales al Benemérito de las Américas, a Benito Pablo Juárez García. Sobra presentarlo pues es de todos conocido. Esto me llevó a preguntarme: ¿Por qué Benito Juárez sigue siendo una figura central y seguimos estudiándolo y revisando su obra a más de 150 años de su muerte? Es más, todos sabemos que nació el día 21 del mes de marzo del año 1806, hasta el tercer lunes de ese mes es de descanso obligatorio en conmemoración de su natalicio; pero, a diferencia del Benemérito, no sabemos cuándo nació ni hay un día de asueto que conmemore el natalicio del que llamamos padre de la Patria, me refiero a Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Gallaga Mandarte Villaseñor. Considero que es porque Juárez sigue siendo una figura central y muchas de sus frases siguen vigentes en nuestros días.

Porque Benito Pablo Juárez García es mucho más, que su frase célebre, tantas veces citada, pero pocas veces entendida y respetada, aquella que habla de individuos, respeto, derecho, naciones y paz.

No puedo obviar que justo al centro de los recintos masónicos, se encuentran las palabras: Querer, Saber, Osar y Callar. Siguiendo la tónica arriba apuntada, y usando la sintaxis y la semántica, partes fundamentales de la gramática, que, por cierto, es uno de tantos temas estudiados en masonería, se pueden construir diversas ideas; me vienen a la mente las siguientes:

Querer saber, osar y callar: quién no quiere saber para después osar.

O tal vez: querer, saber osar y callar: alguien puede querer, para después saber osar,

O una tercera: querer osar y saber callar.

Todas las anteriores tienen su construcción y procesos mentales diferenciados.

QUERER

Benito Pablo Juárez García tiene algunos apuntes sobre esto:

“La instrucción es la primera base de la prosperidad de un pueblo, a la vez que el medio más seguro de hacer imposibles los abusos de poder”.

“Sé constante en el estudio y harás de la patria un lugar mejor”.

Cuando mi querido hermano Ricardo Gutiérrez Chávez me invitó a presentar “Siglo XIX, El espíritu del agua”, no me pude negar; inmediatamente le dije: si quiero.

¿Cómo no lo voy a querer si hace 33 años nos conocemos y caminamos juntos por estos pasillos?

¿Cómo no lo voy a querer si desbastamos nuestras piedras, nos elevaron nuestro salario y conocimos la acacia juntos?

¿Cómo no lo voy a querer si he visto su crecimiento iniciático y profano y esta es ya su segunda novela?

¿Cómo no lo voy a querer si sé de sus capacidades y de su habilidad con la palabra oral y escrita, desde sus veintes bajos?

Y después de leer esta obra…

¿Cómo no voy a querer ser partícipe de este momento de gran relevancia para él y poder comentar de manera sucinta la policromía de pensamientos que me sugieren su lectura?

Para todo el que quiera leerla, cierto estoy que les traerá muchas evocaciones de lecturas pasadas y también es justo decir que los invitará a escudriñar la historia patria.

Ricardo Gutiérrez Chávez, autor de Siglo XIX El Espíritu del Agua.

SABER

Oigamos a Benito Pablo Juárez García

“La emisión de las ideas por la prensa debe ser tan libre, como es libre en el hombre la facultad de pensar”.

“Libre, y para mi sagrado, es el derecho de pensar... La educación es fundamental para la felicidad social; es el principio en el que descansan la libertad y el engrandecimiento de los pueblos”.

“Siglo XIX El espíritu del agua” Describe con fluidez la forma de vida en la España Peninsular y en la Nueva España en las postrimerías del Siglo XVIII y los albores del XIX, así como el surgimiento del México independiente con las luces y sombras de algunos de sus más célebres participantes de las diversas corrientes ideológicas de la época. También da cuenta del beneplácito (hoy día tan de moda esa palabra) con el que algunos peninsulares, ya ibéricos, ya itálicos, se mimetizaban con las costumbres, tradiciones y hasta gastronomía de la naciente República y se empezó a fraguar el sincretismo del que hoy día todos abrevamos.

La obra está dividida como ya dije, en 33 capítulos y consta de 210 páginas, sin embargo, no por ser corta impide que la imaginación vuele… me explico:

En esas 210 páginas tenemos casi un centenar de personajes (96 conté y cierto estoy que alguno que otro se me ha escapado), desde Benito Pablo Juárez García, José María Teclo Morelos y Pavón, Antonio Maza Padilla, Micaela Vela (primera esposa de Antonio Maza) Margarita Maza Vela (primogénita de Antonio), Margarita Maza Parada (nieta de Antonio Maza e hija de Margarita Maza Vela), Fernando VII, Napoleón Bonaparte, Pepe Botella (José Bonaparte) hasta Francisco de Goya y Lucientes, Virrey Juan Ruiz de Apodaca y el siempre recordado por todo Mexicano: el ilustre Don José Miguel Ramón Adaucto Fernández y Félix, por citar solo a algunos.

Es decir, cada 2 o 3 páginas surge un nuevo personaje, que interactúa de una u otra forma con los ya existentes. Algunos aparecen después de muchos capítulos y he de ser honesto, debido al cúmulo de nombres, hay que desandar la lectura para ubicarlo nuevamente y entender el contexto en el que se involucró con el personaje actual. Ello, no desdora la obra, contrariamente, obliga a estar atento al desarrollo de la lectura y evidencia la conexión de los personajes, que no por el (en apariencia) banal papel que tengan en una página significa que no vayan a tener una participación preponderante en el desarrollo de la novela.

Para aquellos a los que gusta la historia, es un buen ejercicio para recordar acontecimientos que flotan en el mar de datos y nebulosa memoria, en mi caso, algunos acontecimientos los ubiqué con precisión, otros los busqué en cierta lectura pasada y otros más los consulté por vez primera. Grata fue mi sorpresa que la gran mayoría de los acontecimientos y hechos que escudriñé, efectivamente pasaron o se tiene cierta noticia de que así hubieran ocurrido. Ahora bien, no hay que olvidar que el libro no es un compendio de historia nacional, es, como el propio autor define, una novela de ficción basada en acontecimientos históricos. Y como decimos los que hemos recorrido estos pasillos de las sociedades iniciáticas, el libro siembra la duda, corresponde a cada uno buscar la veracidad.

Grato es también seguir los recorridos que los diversos personajes hacen por variopintos lugares, como el realizado por Antonio Maza Padilla por: Cádiz, Veracruz, Antón Lizardo, Tlacotalpan, Chacaltianguis, Chacalpa, Otatitlán, Tuxtepec, Ixtlán, Guelatao, y por último Antequera.

O bien acompañar al Generalísimo, durante su viaje por: Valladolid (hoy Morelia, no la Valladolid del Tren Maya), Carácuaro, Dolores (que aún no era denominado Dolores Hidalgo, pero es ese mismo pueblo en el actual estado de Guanajuato, no en el de Hidalgo, solo por aclarar), Charo, Indaparapeo, Orizaba, Acapulco, Cuicatlán, San Andrés Chalchicomula, Nochixtlán, Antequera, entre otros puntos.

“Siglo XIX El espíritu del agua”, habla también de los problemas de la Administración Pública (por aquellos ayeres bajo los auspicios de la Iglesia Católica, ya que aún Juárez, y los liberales que lo acompañaban, no promulgaban las Leyes de Reforma). En un pasaje le ordenan a José María Teclo Morelos y Pavón construir cementerios extramuros a las afueras del poblado de Carácuaro, a lo que él responde:

“¿Cómo me piden que construya sin dinero? Todo lo acaparan para ellos, Ni siquiera se enteraron que fui yo mismo, sin que nadie me lo ordenara, con mi propio dinero y con mis propias manos, quien construyó el cementerio de Nocupétaro.”

“Siglo XIX. El espíritu del agua”, no obstante ser de fácil lectura, nos deja migas para que busquemos y encontremos, nos lleva a revisar vocablos o ideas poco utilizadas en nuestros días, pero que de no buscar su significado se pierde la secuencia de la lectura, a manera de ejemplo, puedo referir los siguientes: Agua de Yemayá, Atanor, Balandra, Bergantín, Cabello grifo, Cantárida (Insecto, remedio y herida o llaga), Casa Consistorial, Charanga (sistema de pesca), Chuchumbé, Esclavos Cimarrones, Falucho, Glugluteo, Grana, Heraldo (no el periódico), Metlapilli, Piedra múcara, Piragua, Remedio de Tonahuiz (En México, además de tonahuiz, el jengibre recibe otros nombres como castilanchile (en náhuatl), caxta lam’pin, tonahuiz camu (en totonaco) e ixthi, nixtí (en otomí). En la cocina occidental, el jengibre seco o en polvo se utiliza tradicionalmente para preparar alimentos dulces como caramelos, galletas y pan, así como para dar sabor a las sodas).

También el libro nos sirve para revisar la historia y poner en contexto nuestro presente. Llamó mi atención un pasaje que dice:

“Cuando en Iguala (Iturbide) dio a conocer el plan de independencia, les dijo a los jefes militares, que no codiciaba cargos y con elocuencia expresó su negativa, tejiendo loas a su modestia”

como es de todos sabido a la postre dicho personaje de la historia decimonónica de México fue coronado Emperador. Ello viene a colación, porque por deformación profesional y como politólogo, recordé que recientemente, en el siglo XXI otro personaje de la historia patria llegó a decir de cara a una elección que no participaría, que lo dieran por muerto.

En fin, resalto que es una novela que invita a los que tienen poca instrucción en los acontecimientos de España, la Nueva España y México de esa época, a buscar si efectivamente algún acontecimiento allí relatado de verdad sucedió y a los más versados sobre el tema, les será de gran utilidad para recordar esos pasajes e imaginar las posibles conversaciones que se hubieron dado en tal o cual pasaje de la historia.

OSAR

Quien mejor que Benito Pablo Juárez García para ponernos en contexto con esta idea:

“El día 17 de diciembre de 1818 y a los 12 años de edad me fugué de mi casa y marché a pie a la ciudad de Oaxaca a donde llegué en la noche del mismo día”.

“Muchos de mis compañeros desertaron, espantados por el poderoso enemigo que nos perseguía”.

“La emisión de las ideas es libre”.

“Mi único fin es generar prosperidad”. (Aspiracionista, le llamarían en la tercera década del S XXI).

“Siglo XIX. El espíritu del agua” según su propio autor “está basada en documentos escritos por los protagonistas de los cambios políticos y sociales del Siglo XIX, en libros académicos y en investigaciones de profesionales que siguen avanzando para iluminar el oscuro escenario del pasado”.

Pero ya que estamos en el espacio para OSAR, voy a ser disruptivo, no se estila que en las presentaciones de libro se cuestione a los autores sobre ciertos puntos, pero considero conveniente que el autor comparta con la audiencia:

¿Cuáles son los documentos principales a los que se refiere? Ya que no se mencionan en el libro. Y también ¿Qué lo motivó a escribir la obra?

Cuando tenemos en nuestras manos los libros impresos pocas veces nos ponemos a pensar todas las vicisitudes que pasan los autores para empezar a llenar la primera hoja en blanco y terminar con la versión final… ¿Cuál es tu proceso creativo? ¿Cómo escribes? ¿Desarrollas la historia de inicio a fin o piensas en el final y vas tejiendo para llegar a él? ¿Cómo decides el orden de los capítulos? ¿Cuándo dices hasta aquí lo dejaré, no le meteré más capítulos?

La novela tiene muchos puntos inconclusos o no aclarados del todo ¿Los dejaste exprofeso para derivar una secuela o por qué no tal vez una precuela? Y de ser así ¿Para cuándo podemos esperarla?

CALLAR

Indica el danzón:

“Juárez, no debió de morir, nunca morir…

Por que si Juárez no hubiera muerto…

Todavía viviría”.

“Siglo XIX. El espíritu del agua” refiere…

“esa noche, el rostro adusto del primer mandatario mostraba impotencia y cansancio, soportó por varias horas, terribles dolores en el pecho. El doctor Alvarado agotó los recursos médicos existentes, a pesar de la morfina, los dolores no cesaron; el cuadro clínico presagiaba un destino funesto. Benito tenía sesenta y seis años. Desde la calle de Moneda se oyó el anuncio del sereno que se encargaba de encender las lámparas de aceite: -las once y todo sereno-, gritó el vigilante; Benito ya no lo escuchó, su mente navegaba en los recuerdos…soñó que bailaba polka con sus hijas, y se vio nuevamente fumando y forjando puros con su querido amigo Melchor, en sus sueños vio a Margarita sonriendo… el presidente ya no despertó…"

Juárez a diferencia de las pretensiones del Danzón, murió…

Pero no por ello calló. Nos dejó una serie de pensamientos poderosos y tan útiles en nuestros días, que siempre es un buen momento para revisar su legado.

Antes de callar, dejemos que Benito Pablo Juárez García nos hable (en sentido metafórico) una vez más:

“Siempre tuerce los principios el que oscurece la verdad, para ocultar sus faltas en las tinieblas”.

“¿Permitiremos que se repitan los males cuyas consecuencias deploramos todavía?”

“¿Dejaremos que a la Nación se le arrebaten sus instituciones democráticas para someterla a la dominación despótica de un hombre? No, señores”.

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