Juan Antonio Guerrero SJ, prefecto emérito de la Secretaría para la Economía del Vaticano, comparte sus recuerdos sobre el Pontífice con quien trabajó estrechamente durante tres años. En esta conversación, Guerrero ofrece una mirada cercana a la misión reformadora de Francisco, su estilo de gobierno y los desafíos de llevar transparencia a la economía vaticana. Con anécdotas personales y reflexiones profundas, traza un retrato del primer papa jesuita como un hombre de fe, de decisiones firmes y de profunda humanidad, cuyo legado marcará el futuro de la Iglesia.
El Ministerio de Finanzas del Vaticano: gracia y bendición
Para Juan Antonio Guerrero, este tiempo al frente de las finanzas del Vaticano ha sido un tiempo de gracia y bendición: "Como jesuita siempre consideré un privilegio poder servir directamente al Papa, y tuve el honor de servir a Francisco tres años", admite. Reconoce la ayuda de un equipo técnico muy competente y con un fuerte compromiso personal con el bien de la Iglesia: "No era una tarea fácil, se trataba de controlar la economía en un contexto no habituado a un sistema de controles, donde más bien funcionaba un sistema de confianzas, rara vez evaluadas o puestas a prueba y, en algún caso, traicionadas", cuenta Guerrero.
Comenzó su servicio en enero de 2020 y unos meses antes de su llegada había explotado el escándalo del palacio de Londres, fruto de un sistema sin controles: "A los pocos meses de mi llegada estábamos en la pandemia, con las Iglesias cerradas, sin ingresos, sin saber a ciencia cierta cuánta liquidez teníamos ni cuánto tiempo podríamos aguantar, sin tener que tomar medidas traumáticas con los empleados...", reconoce.
Fue un tiempo de establecer controles y reducir gastos: "Uno no puede esperar ser amado con esta función, pero he de reconocer que la inmensa mayoría dentro del Vaticano comprendía la necesidad de nuestra misión y nos apoyaba", dice.
El sentido del humor necesario para su tarea
Juan Antonio tiene muchos momentos memorables de la relación con Francisco, que guarda en el corazón. Algunos, reconoce, muy simpáticos y agradables, pues hablaba con mucha libertad y con mucho sentido del humor: "El primer día que me concedió una audiencia como prefecto, al llegar me preguntó si tenía sentido del humor, a mi respuesta afirmativa, me dijo que me iba a hacer falta, la segunda o la tercera audiencia coincidió con mi cumpleaños y otro día vino cargado con una caja de vinos argentinos que me regaló", cuenta este jesuita.
Para poner en contexto la dificultad de ciertas decisiones, cuenta Guerrero que un día se despertó con dolor de cabeza y se tomó la presión arterial, que estaba muy alta: "Fue el día siguiente a la audiencia en que decidimos bajar el sueldo a los cardenales, desde entonces estuve tomando pastillas para la presión hasta meses después de salir del Vaticano", explica.
Recuerda, también, ir a una audiencia un lunes después de un domingo en que, durante el Ángelus, se dirigió al Presidente de la Federación Rusa y al Presidente de la República de Ucrania para pedirles la Paz, o la audiencia después de cualquier visita apostólica: "Es allí donde está el centro de la misión evangelizadora, la de llevar la Buena Nueva a las Iglesias particulares en los distintos países del mundo y abordar los grandes problemas de la humanidad", contextualiza Juan Antonio.
Un Papa que escuchaba con atención
A este jesuita hablar de la ‘economía doméstica’ le parecía bajar el listón: "Francisco me escuchaba con atención y me hacía recomendaciones, seguía los temas de cerca y con interés, aunque creo que de la economía, más que el que fuera bien o mal, le interesaba que no hiriera a la misión de la Iglesia por usos fraudulentos o corruptos", reflexiona.
También ha tenido algunos momentos más graves: "En momentos de conflicto con algunos dicasterios o funciones en el Vaticano, siempre nos ha recomendado dialogar entre nosotros y en ocasiones el mismo ha tratado de mediar y ayudarnos a hablar y a entendernos para llegar juntos a una solución", cuenta realzando la figura pacificadora de Francisco.
"En el Vaticano he visto que a veces algunas personas cuando han cometido un error se defienden diciendo que lo habían hablado con el Papa y el Papa lo había aprobado", reconoce. Algo de esto, explica, ha sucedido con materias económicas, como se pudo ver en el reciente juicio del palacio de Londres: "Algunas personas trataban de protegerse con el Papa. En mi experiencia personal alguna vez me di cuenta de que no le estaban dando toda la información para obtener la aprobación, y traté de prevenirle y explicarle, pues él generalmente es muy acogedor y confiado con las personas que recibe" cuenta Guerrero.
"En Vaticano se habían cometido errores importantes por no tener buenos asesores", reconoce Juan Antonio Guerrero SJ.
"Las instituciones de la Iglesia -conventos, congregaciones, y el Vaticano no es excepción- están observadas y rodeadas de personas que quieren sacar ventaja económica, o quedarse con sus activos", cuenta.
Admite que las religiosas, los religiosos y los sacerdotes no tienen la desconfianza que tienen las personas que se dedican a los negocios y cometen bastantes errores en la administración por falta de buenos consejeros: "Una supervisión de las propuestas de compras y de ventas, o actos extraordinarios de administración, es muy importante, y esto tratamos de hacer en Vaticano, donde se habían cometido errores importantes por no tener buenos asesores".
La preocupación de Francisco por la corrupción
Al Papa le preocupaba que hubiera corrupción: "Al parecer fue tema que se comentó bastante en las congregaciones pre-cónclave y lo asumió como parte de su misión, ya que nada más empezar nombró una comisión (COSEA) para que auditara la Santa Sede, que como resultado dio la creación del Consejo para la Economía, de la Secretaría para la Economía y de la Oficina del Revisor General" contextualiza Guerrero. En la primera entrevista a solas que tuvo este jesuita con él antes de que le nombrara prefecto, la corrupción era la preocupación principal que le transmitió.
El Cardenal Pell, su predecesor, tenía un buen diagnóstico, pero su trabajo se vio interrumpido: "Nosotros lo retomamos dos años después y continuamos la tarea comenzada por él tras el informe COSEA, la tarea era grande y teníamos que seleccionar qué cambios acometer" identifica este jesuita emeritense. Había que establecer controles y organizar el presupuesto: "Cuando comencé no tenía visibilidad de la mayor parte de los ingresos y de los gastos ni teníamos la información ni la capacidad de controlar", cuenta.
Transparencia en la economía del Vaticano
Esta fue su primer objetivo y poco a poco fueron teniendo visibilidad contable de todo lo que dependía de la Santa Sede: "Era un sistema poco profesional, que había funcionado por años, porque la gente en Vaticano por lo general es honesta y buena, pero algunos, pocos, menos buenos, sacaban ventaja y hacían daño a la Iglesia", explica Guerrero. El paso de los fondos de la Secretaría de Estado al APSA mejoró bastante la organización y la transparencia: "La incorporación de todas las instituciones que dependían de la Santa Sede a su presupuesto también ayudó a mayor transparencia y visibilidad", admite.
Pasaron de un modo secretista de manejar la economía a un modo transparente: "Animados por Francisco pasamos a informar, a presentar nuestros presupuestos y balances", narra Juan Antonio. Había mucho por hacer "No había una política de inversiones centralizada, ni una política de recursos humanos, el fondo de pensiones también presentaba problemas de sostenibilidad y eran amenazas que empezamos a acometer y que han continuado ordenando después de mi salida", observa.
Una cercanía mayor a Jesús y al Evangelio
Si tuviera que quedarse con algo, este jesuita cree que Francisco ha acercado la Iglesia más a Jesús y al Evangelio: "Ha trabajado por una Iglesia en la que quepamos todos, como hacía Jesús y nos deja una Iglesia más cristiana, más misericordiosa, más abierta, más dialogante con el mundo y con otras religiones y más humilde, y por otra parte ha sido la conciencia de la humanidad".
Como hombre de gobierno, Francisco es persona de decisiones y ha decidido: "Para eso lo eligieron, si se conoce el diagnóstico que se hizo en las congregaciones previas al Cónclave, ese fue, en concreto, su programa de gobierno y como buen jesuita, ha cumplido la misión que le encomendaron", afirma.
El legado de Francisco
Sin duda, para Guerrero la buena noticia de Jesucristo ha sido el centro de su Pontificado: "Francisco ha sido buena noticia para los pobres, misericordia es una de las primeras palabras de su pontificado", recuerda.
Evangelii Gaudium era su programa pastoral: "En Dilexit Nos nos ha dejado un bello documento del amor a Cristo y de unión con él en la vida, que refleja algo de lo que lleva dentro, y en el jubileo de la esperanza también nos deja otro mensaje importante y de futuro", explica.
La sinodalidad, la invitación a caminar juntos en la Iglesia, y de una manera abierta a todas las personas de buena voluntad, ha sido otro legado del Papa: "Sin comunidad, sin andar unidos, la Iglesia se deshace, la Iglesia hoy no puede ser la de tiempos del absolutismo", observa Juan Antonio Guerrero SJ. Teológicamente la Iglesia del Vaticano II es de bautizados y estos reciben el Espíritu Santo: "No es deseable excluir lo que el Espíritu pueda inspirar a través de cada uno, nos ha invitado a fortalecer la comunión y renovar la misión en una Iglesia más participativa, y este es un camino iniciado que podemos esperar que de buenos frutos", narra.
También ha enfrentado los grandes problemas de la humanidad, dirigiéndose no solo a los cristianos, en Laudato Si y Fratelli Tutti: "Si tuviera que decir quién, en las últimas décadas, ha pensado y abordado los grandes temas de la humanidad con propuestas realistas y esperanzadas, diría que Francisco", admite.
Las reformas en la Curia Vaticana
Ciertamente, explica este jesuita, aunque solo sea por respeto al Papa, la Curia es más sobria, austera y si hay alguna extravagancia se muestra con estridencia: "Cada Papa de las últimas décadas ha ido disminuyendo el boato y Francisco en esto ha sido muy notable y admirable", contextualiza.
Hace dos años que Guerrero salió del Vaticano y estaba la nueva Constitución Praedicate Evangelium recién estrenada: "Recogía bastantes novedades del pontificado en la Curia, como su organización económica, más profesional y transparente, la unión de algunos dicasterios que abordaban temas cercanos, una redimensión de la todopoderosa Secretaría de Estado (como se había pedido en las Congregaciones previas al Cónclave) y quitar la condición de que para los puestos de gobierno de la curia fuera necesario ser obispos o cardenales", lo cual, cuenta el prefecto emérito de la Secretaría para la Economía del Vaticano, ha permitido nombrar mujeres y laicos más capaces y con espíritu al frente de dicasterios.
"Éramos muy conscientes de que ante los cambios institucionales nunca faltan resistencias, y una cosa es tomar decisiones, cambiar las leyes y los documentos, y otra el cambio de cultura, que requiere más tiempo", reconoce.
Algunas oposiciones contra el Papa Francisco
A Guerrero los críticos de Francisco siempre le han parecido los mismos que los críticos de Jesús, los que quieren una religión más perfeccionista y exclusivista como los fariseos del Evangelio" A Jesús lo criticaron por comer con las personas excluidas de la sociedad y a Francisco por querer una Iglesia en que nadie se sienta excluido y trabajar por ello", explica.
Francisco ha sido crítico con una organización económica que instrumentaliza a las personas y genera millones de ‘descartados’: "El mundo del dinero no le ha tenido mucho aprecio, y los cristianos alineados con el dinero tampoco", afirma este jesuita natural de Mérida.Entre los curiales, todos citaban los escritos y palabras del papa Francisco como si estuvieran en sintonía; pero algunos, que no concordaban con su línea pastoral o tenían su propia agenda, comentando lo que le habían escuchado en privado o comentando algunas de sus declaraciones, de modos sutiles y como con un doble lenguaje, provocaban en el oyente la crítica al papa y a sus decisiones, dejando entrever su propio rechazo bajo apariencia de acuerdo.
Un día cuando Juan Antonio se despedía de Francisco, le dijo que rezara por él: "Le respondí que ya lo hacía y él me replicó, con gracia, que fuera a favor”. Sonrió Guerrero ahí y cuenta que le dijo un día la anécdota de una señora mayor con la que tuvo el mismo diálogo que él en el besamanos después de una audiencia uando le dijo que rezara a favor de él, a lo que ella le respondió: “Sí, si en contra ya le rezan estos que tiene usted aquí dentro”.
Un Papa jesuita: confianza y familiaridad
La confianza y familiaridad con que siempre le trató a Guerrero desde el comienzo era muy propia del modo como suelen tratarse en la Compañía de Jesús: "A veces utilizó conmigo el lenguaje del discernimiento o mociones, y en muchos de sus escritos se nota la sintaxis interior ignaciana", afirma. En su modo de gobierno también reconoció algo del modo ignaciano como a la hora de buscar información, orar, discernir, asumir responsabilidades, ir conducido por la misión encomendada: "Era muy consciente de tener la responsabilidad última y de tener que dar cuenta de ello".
Su gobierno le recordaba algo al de un provincial jesuita que a veces decide por encima de sus delegados y estos se adaptan a la decisión del provincial: "Esto, aplicado a los dicasterios, supongo que para algunos prefectos era sorprendente y no fácil de asumir, pero, sin embargo, eché en falta que no hacía uso del sistema de consultas que tenemos en la Compañía", reconoce.
Cree este jesuita emeritense que lo de las consultas habría sido una gran aportación al sistema de decisiones Vaticano: "Sin quitar al superior la decisión y la responsabilidad última, el escuchar antes de algunas decisiones importantes, ordinarias y extraordinarias, el consejo de un grupo de consultores que se reúnen juntos y se escuchan entre ellos... creo que ni el G-9 ni las reuniones interdicasteriales cumplían esa función", admite.
La fuerza apostólica del Papa Francisco
"He estado cerca y he tratado con una persona extraordinaria, con una conciencia en busca de lo mejor, que hace y decide lo que ve y cree mejor, sin mirar por sí mismo", continúa explicando.
Como todo ser humano, añade, es falible y lo reconoce: "Decide a veces con información imperfecta, unas veces se la han ocultado, otras, se ha fiado de la persona equivocada, y otras no ha valorado suficientemente bien los riesgos, pero no tiene problema en reconocer sus errores o asumir los de otros porque siempre busca lo mejor evangélicamente", cuenta el prefecto emérito de la secretaría para la economía del Vaticano.
Su fuerza apostólica enseña mucho: "Recuerdo, por ejemplo, su viaje a Irak, a la tierra de Abraham, muchos le recomendaron evitarlo por los problemas de seguridad que se podrían producir y me decía que cómo iba a dejar a ese pueblo sin ir", afirma.
Al mismo tiempo era el tiempo previo a una operación de abdomen y tenía las incomodidades intestinales propias del problema de los divertículos: "Con esas dificultades se lanzó a Irak que fue un viaje muy bonito del que queda un gran testimonio, ese era Francisco, un hombre apostólicamente lanzado", reconoce Guerrero.
Su calidad humana es otro legado que inspira: "Su atención a los débiles y a las personas que sufren, su cuidado de las personas y su escucha empática, cuando estaba contigo no había otra cosa", finaliza.