LA PALABRA... DESPIERTA REVISTA LOGIA

LA PALABRA... DESPIERTA

Por Guadalupe Ceballos Ruiz

Un buen día, estando sentado, ante la apabullante realidad, tratando de abrazar y compadecerme de mi, me siento solo y sin salida, levanto la cara y no veo un camino, sino mil.

Lo difícil es aceptar el camino, entender los sucesos, es que, para poder aprender, debo rechazar los dogmatismos y fanatismos, para acceder al orden, debe amar la vía, y abrazar el proceso.

Estoy en la búsqueda de la esencia, toco la materia, pero no la domino, porque para levantar el yugo necesito la fortaleza, para cruzar el jordán, necesito la paciencia, pero no la fuerza desmedida, sino la racional, esa que me debe llevar de la niñez a la madurez, de la fuerza física a la mental y al final a la emocional.

Todo esto lo reflexiono, en el silencio que me condena, porque para entender los desafíos, se me plantean a cada momento metas, las que casi siento que me ahogan y me superan, es entonces que el infinito me susurra… QUE ME LEVANTE, que abrace la oportunidad de los problemas, porque EL TODO ME GRITA CON FORTALEZA… REINVENTA.

Me queda claro, que la palabra que no vendrá, se pelea, se LUCHA y gana, con educación, experiencia y resiliencia. Que el uso de la empatía y la fuerza, que tengamos coraje para enfrentarnos a nosotros mismos, ese, será el viaje y el pasaje.

Que nos hagan fuertes las afirmaciones, que sean puentes la fe y la ciencia, que no tengamos muros, y limitaciones, muertas las pesadillas y las creencias.

No necesito buscar allá fuera, no a la comunidad sino a nosotros mismos, dándonos un entorno con la naturaleza, antes de decir letras y balbucear, buscando ser fuertes, trabajando sobre nuestra trascendencia.

Estoy invitado a trabajar cada día, por mis actos, los míos y mis ideas, que la fuerza de voluntad sea útil, no sólo con su impulso inicial, sino cuando al espíritu nos de paz, para seguir con disciplina, con ciencia hacia la fortaleza.

Estaba dormido, con una pesadilla que me atormentaba, quería pedir perdón, quería pedir ayuda, y no podía hablar, porque mi vida y mi boca… estaban desiertas.

Mis piernas como columnas rotas, no sabía para que era la fuerza, no hay armonía, dudo sin forma y sin método, me dejo caer, en silencio, con pereza, no se para que sirve construir, necesito dominar al león, la soberbia, el orgullo, la ignorancia, esos monstruos que me atacan… sin mis herramientas.

Una piedra, una melodía, una catedral, una caída, un error, o un bache, con entereza, aprendo del estudio, pero también de lo que no sale bien, sin importar la pena o la vergüenza.

La palabra me era negada, porque no tenía edad, porque no sabía estudiar, preguntar o dudar, porque no sabía nada, no sabía hablar a ciencia cierta, hoy abro los ojos, alguien me susurra y me toma de la mano, la palabra me es enseñada, camino y trastabillo, un nuevo yo grita y di la palabra…DESPIERTA.