SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ, A 376 AÑOS DE SU NATALICIO
Por Sofía Judith Pérez Barrera
Juana Inés de Asbaje Ramírez de Santillana mejor conocida por su nombre religioso como Sor Juana Inés de la Cruz, nació el 12 de noviembre de 1648 en San Miguel Nepantla, población cercana al volcán Popocatépetl. La máxima exponente del Siglo de Oro de la literatura en español y las artes hispanas creció en la hacienda Panoaya. Fue hija de Isabel Ramírez de Santillana y de Pedro Manuel de Asbaje.
Debido a la influencia de su amplia producción literaria que acrisolo el estilo barroco, fue identificada por sus contemporáneos como “Décima Musa” y “Fénix de América”, legando al mundo una lírica brillante y refinada, pues no sólo escribió sendos poemas líricos, teológicos y filosóficos, si no también, comedias teatrales y obras religiosas entrelazando así la moral, la sabiduría, la vindicación y la belleza.
La musa novohispana estuvo siempre dedicada a las letras y era tal su persistencia que desde temprana edad comenzó a leer en la biblioteca de su abuelo. Durante su estudio de la gramática se fijaba un plazo en su progreso de aprendizaje, si no lo lograba, se cortaba el cabello. Otro ejemplo de su dedicación fue que aprendió latín por sí misma, en tan sólo veinte lecciones.
A los diecinueve años ingresó a la vida monástica como novicia en el convento de San José de la Orden de las Carmelitas Descalzas, a los veintiún años tomó los hábitos en el convento de San Jerónimo, donde además de desempeñarse como contadora, archivista y administradora, escribió la mayor parte de sus obras, entre letras de bailes y villancicos para diversas catedrales.
En un encierro letrado, la escritora ante su perenne avidez por el conocimiento abarcó diversos saberes de su época, estudiando teología, música, astronomía, pintura, lenguas y filosofía. Enfrentándose paralelamente con los arraigados convencionalismos de su tiempo, debido a que no era bien visto que una mujer mostrara independencia creativa y de pensamiento en un mundo totalmente adverso a la igualdad.
En medio de un ambiente patriarcal, fue una voz y escritura femenina autónoma en la época novohispana del siglo XVII, desarrollando una potente resonancia. Siempre se mantuvo en búsqueda de la verdad, con una singular curiosidad científica aún en contra de los dogmas y los roles tradicionales de su época, que al tiempo que se ganó el respeto y la admiración, también se le censuró.
Entre la excelsa producción literaria de la escritora, reivindica su crítica a la condición de subordinación de las mujeres. Octavio Paz en su ensayo histórico “Sor Juana Inés de la Cruz o Las trampas de la fe” (1982) reconoce a la máxima figura de la América Virreinal, como una precursora del feminismo, puntualizando que su obra poética, fue una ruptura histórica y a la vez un comienzo:
“…por primera vez en la historia de nuestra literatura una mujer habla en nombre propio, defiende su sexo y, con gracia e inteligencia, usando las mismas armas de sus detractores, acusa a los hombres por los vicios que ellos achacan a las mujeres. En esto sor Juana se adelanta a su tiempo: no hay nada parecido en el siglo XVII, en la literatura femenina de Francia, Italia e Inglaterra. Por esto es más notable, aunque esta sátira haya sido escrita en Nueva España, una sociedad cerrada, periférica y bajo la doble dominación de dos poderes celosos: la Iglesia católica y la monarquía española” (pp. 404 – 405).
Hasta los últimos días de su vida, la dramaturga Juana Inés se caracterizó por la fraternidad hacia sus congéneres. De acuerdo al texto “Fama y obras póstumas del Fénix de México” (1700) de Diego Calleja, amigo y primer biógrafo de la musa, en el año 1695 en medio de la epidemia de tifus que azotó la Nueva España, las monjas del Convento de San Jerónimo, tenían la posibilidad de retirarse, pues de diez religiosas que enfermaban sólo una sobrevivía, pero a pesar del gran riesgo, Sor Juana decidió quedarse para cuidar a sus hermanas. Finalmente se contagió, perdió la batalla contra la enfermedad y falleció el 17 de abril de 1695, dejando un gran dolor y vacío en la comunidad literaria y religiosa.
Se sabe que poco antes de morir poseía una biblioteca personal con 4 mil libros, así como una colección de instrumentos musicales, aparatos científicos, cuadros y preseas. En la actualidad, sus retos se encuentran en el ex convento de San Jerónimo de la Universidad Claustro de Sor Juana del Centro Histórico de la Ciudad de México, considerado el recinto como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Por su riqueza cultural y magnífica contribución a la literatura, cada 12 de noviembre en el marco del aniversario del nacimiento de la ilustre poeta, en México se conmemora el “Dia Nacional del Libro”, fecha establecida por decreto presidencial desde 1979 a fin de impulsar la lectura y la educación. Entre su abundante escritura destacan: Primer sueño, Los empeños de una casa, El divino Narciso, Loa de la Concepción, Neptuno alegórico, Carta de Monterrey, Los empeños de una casa, Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, El mártir del Sacramento, Hombres necios que acusáis, Detente sombra de mi bien esquivo, Soneto XXIX, entre otros muchos más.
En un aniversario más de su natalicio, se recuerda a esta prestigiosa escritora mexicana que desafío la época que vivió, pues no sólo fue una figura central en la literatura del siglo de oro, sino un símbolo en la reivindicación por la educación y dignificación de la mujer. Su pensamiento y obra continúan siendo una emotiva y eterna inspiración.
“Salgan signos a la boca
De lo que el corazón arde,
Que nadie creerá el incendio
Si el humo no da señales”
[Fragmento] Poema “Incendio”, Sor Juana Inés de la Cruz
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Created with images by • javierglezphoto - Statue of Sor Joan Agnes, in Madrid, Spain