SALMO 133
Por Sinuhé Vargas y Navarro
Antes de abordar el tema específico y su simbología, me parece adecuado añadir un poco de contexto histórico.
En primer lugar, ¿por qué un salmo?, ¿por qué una biblia? Sabemos que puede ser cualquier escritura solemne de carácter legal, como una constitución o incluso de carácter sagrado, como una biblia. Esto toma forma dentro de la masonería desde hace casi tres siglos, concretamente debido a las constituciones de Anderson (1723) donde, establecidos los requisitos para poder llevar a cabo una reunión masónica, se asienta la universalidad del pensamiento, dentro de lo que cabe el concepto de divinidad, mas no necesariamente el de deidad. Por lo que la presencia de un documento al centro del templo que une a todos los hermanos, es importante: cultural, civil o incluso, espiritualmente, como ya se ha mencionado, y que contenga a profundidad un alto concepto que atañe a los estudios masónicos de cualquier grado.
Ahora, ¿qué es un salmo? Según un diccionario cristiano: “Son composiciones que, principalmente y en la gran mayoría de casos, tienen como finalidad alabar a la divinidad; aunque también tienen otras finalidades (súplicas y lamentos). Los salmos nos recuerdan la necesidad de alabanza y adoración, simplemente por la alegría de estar en la presencia de Dios que crea y sostiene el universo”.
Sin tomar textualmente dicha definición; así como en una ecuación general, podemos sustituir valores para adaptarla a un procedimiento específico, sin cambiar sus magnitudes, vale la pena asumir que para nosotros nos hace reflexionar sobre la presencia absoluta y sempiterna del Gran Arquitecto del Universo y la alegría sensata de estar aquí y ahora, particularmente en este templo, no necesariamente arquitectónico, sino construido por los Hermanos para poder filosofar, discernir e intercambiar ideas que nutran nuestra cultura y espíritu.
Dichas composiciones se consideran poseía religiosa hebrea, no específicamente cristiana, pues vienen del antiguo testamento, o Tanaj judío. Pertenecen a los libros sapienciales y se le atribuyen al Rey David, padre del conocido rey sabio, Salomón.
Todo esto en el marco de la tradición ritualista de nuestra institución, pues para darle apertura a una ceremonia solemne y consagrar la expresión del contenido místico y simbológico completo, entre otras cosas, se da lectura a algún texto significativo. En los usos y costumbres de nuestro Rito en particular, se ha establecido colocar la biblia cristiana sobre nuestra Ara y se ha escogido el salmo 133, pues es el que no sólo alude, sino engrandece el concepto de fraternidad, concepto no sólo característico sino fundacional de la masonería universal. Cabe mencionar que no es una condición para dar apertura a los trabajos masónicos, pues se puede, o no, dar lectura de esta u otra composición poética/religiosa, sobre todo en Logias de otros ritos.
Más que tratarse de una laicidad estricta, en la masonería cabe la universalidad de pensamiento, pues todo lo que contenga enseñanzas de corte humano, para el crecimiento personal y espiritual, es bienvenido. Recordemos que “la masonería es un sistema moral peculiar, pues, aunque velado por alegorías, es ilustrado por símbolos.”
El concepto principal que dimana de este salmo, como ya adelantamos, es el de fraternidad o amor fraternal. Sin duda, tratar este tema atañe a un estudio aparte, no obstante, basta con recordar que la masonería, desde sus inicios y hasta la actualidad, se ha valido de la unión, ayuda y esfuerzo en equipo, no sólo como un gremio, o un club, sino como verdaderos hermanos; pues trasciende diferencias sociales, políticas y religiosas. Los miembros de una Logia y, en suma, de la masonería universal, se reconocen, se aceptan y se estiman como hermanos, como uno lo haría con un hermano de sangre: independientemente de su origen y suerte actual. Y como tales, no sólo se está siempre dispuesto a un apoyo individual, sino a luchar juntos por un objetivo común.
Tomando, una vez más, apoyo de la interpretación religiosa, y con la que tal vez coincidamos todos; es pues, la fraternidad, una bendición.
Desde la perspectiva bíblica, este salmo es relevante pues se estima toma sentido al ser David elegido como rey de todas las tribus de Israel, terminando así, con una oscura época de división y discordia. Por ello, repasemos brevemente la interpretación bíblica del salmo, ajeno totalmente a nuestra institución.
¡Mirad cu��n bueno! Es decir, pongamos a atención a algo importante y benéfico. ¿Qué es importante y benéfico? La convivencia en armonía del pueblo, sus tribus y Dios (Efesios 1:9-10) ¿Por qué con Dios? Porque dista de ser una relación de disputas y conflictos entre pueblos vecinos. ¡Habitar los hermanos juntos! David anhelaba la relación del pueblo de Dios, entre ellos mismos, Los creyentes deben trabajar para tener relaciones buenas y pacíficas con todos los demás (Romanos 12:18). En armonía: porque los peregrinos que viajaban juntos a Jerusalén provenían de diferentes estilos de vida, religiones y tribus, pero se reunían con un mismo propósito: la adoración del señor de Jerusalén.
Como el buen óleo sobre la cabeza: en el antiguo Medio Oriente, era común ungir la cabeza con aceite, a veces como un saludo al entrar a una casa (Lucas 7:46). Esto, probablemente con el fin de refrescar y darle una fragancia agradable a los que llegaban. “Este aceite de la unción, derramado sobre Aarón, era el aceite de consagración y simbolizaba su separación de todo mal; era el aceite de la santidad” Explica el exégeta Campbell Morgan. “El olor de este debe haber sido muy agradable y sirve aquí como metáfora para señalar la exquisita excelencia del amor fraternal” comenta el teólogo Adam Clarke.
La barba de Aarón: hermano mayor de Moisés, fue el primer sumo sacerdote de Israel. Junto a su hermano, condujo a su pueblo fuera de Egipto. En Éxodo 29:7, explica la importancia de la consagración de Aarón, y sus consecuencias.
Como el rocío de Hermón: a diferencia de otras partes del terreno desértico de Israel, en el monte Hermón circunda un suelo verde y húmedo. “La unidad entre el pueblo de Dios hace la vida próspera y saludable” En este monte el rocío es muy copioso, haciendo que las tiendas de los israelitas se mojen y refresquen.
Que desciende sobre los montes de Sion: David estableció en Jerusalén el centro de adoración de Israel. Alude a una colina en la zona de Jerusalén, y se hace referencia a ésta en el libro de Crónicas y Reyes. Su significado ha cambiado cronológicamente, pasando a aludir al templo de Jerusalén, e incluso, actualmente como una sinécdoque, es decir, retóricamente para referirse a la Tierra de Jerusalén en general.
Porque de allí envía Jehová bendición y vida eterna: el pueblo en paz y armonía, alabando a su Dios será bendecido. ¿Con qué o cómo? Con la vida eterna, cuyo significado para estos pueblos era una alegoría a las ideas del más allá y cómo entraban como personajes de esa narrativa.
Este último concepto parece universal, pues los egipcios, los aztecas o los vikingos, por mencionar algunos, lo abordaron con singular inventiva. En la época actual, cristianos y musulmanes tienen su interpretación; en longitudes orientales: hinduistas y budistas tienen la suya también. Independientemente de paraíso o infierno, metempsicosis y karma, y otras ideas respetables, los masones creemos que la vida sigue, aun cuando nos vamos del plano material, “nuestra obra, está con el Gran Arquitecto del Universo” y el Gran Arquitecto del Universo mora en el espacio infinito, sin antes ni después.
Lograr una unidad genuina sin duda es un trabajo que atañe al individuo, a sus grupos y las interpretaciones de lo propio y lo sagrado.
“Venga el día en que cesará la división y se acabará la enemistad; cuando las tribus del Israel espiritual se unan en un vínculo de caridad eterna. Bajo el verdadero David, en Jerusalén de arriba; ¡y los santos y los ángeles cantarán juntos este hermoso salmo!” Explica el obispo del s. XVIII Thomas Horne. Creo que aquí, una vez más, cabe esa analogía de la fórmula; cambiémosle unos valores, sin alterar su estructura y tenemos una muy profundad y bella enseñanza, dentro y fuera de la religión y, en este caso, de la masonería.
Ahora, me referiré a la simbología masónica:
¡MIRAD CUAN BUENO Y DELICIOSO ES HABITAR LOS HERMANOS JUNTOS EN ARMONIA!
Dentro o fuera de un templo masónico, en trabajos oficiales, en la recreación, con la familia en una tenida blanca, qué más bueno y delicioso que la convivencia entre hermanos masones y sus seres queridos. Conviviendo en tranquila amistad, chicos y grandes, hombres y mujeres compartiendo el pan y las sonrisas, así llueva o truene.
ES COMO EL BUEN ÓLEO SOBRE LA CABEZA, EL CUAL DESCIENDE SOBRE LA BARBA, LA BARBA DE AARÓN.
Ya vimos el significado del óleo. Nosotros, sin elemento de unción, pero a manera también de ritual de recibimiento, llevamos a cabo una ceremonia de apertura y nos ataviamos con nuestro mandil y arreos. Previamente, el ejercicio de salutación acostumbrado. Y el Venerable Maestro nos ilumina con sus luces y conocimientos, como el sacerdote Aarón a su pueblo. Por cierto, el significado del nombre Aarón es: “de gran conocimiento”.
Y BAJA AL BORDE DE SUS VESTIDURAS.
Es común en los sacerdotes llevar túnicas o cualquier ropa específica. El reconocimiento amistoso y fraterno entre hermanos, baja desde las bandas hasta el mandil.
COMO EL ROCÍO DE HERMÓN, QUE DESCIENDE SOBRE LOS MONTES DE SION.
Desde la construcción de templo de Salomón, hace siglos, los constructores son portadores de conocimientos y secretos, hasta nuestros días, develados a quienes se adentran en los misterios de esta augusta institución con una mente clara y abierta a recibir conocimientos y razonarlos. Imaginemos nuestra ciudad y su sociedad: caótica, corrompida y de aires polutos. Pues el rocío puro y renovador que nos llevamos de nuestro templo y nuestros hermanos, descenderá de nuevo de los montes al valle, donde como masones, podremos marcar diferencias, por mínimas que parezcan.
PORQUE AHÍ ENVÍA JEHOVÁ BENDICIÓN, Y VIDA ETERNA.
Qué mejor que pulir nuestra piedra en bruto, convivir, compartir, aprender y enseñar, ayudar y apoyarse en los hermanos de nuestra cofradía, para mejorar en lo individual y en lo colectivo. El Gran Arquitecto del Universo desde lo más diminuto a lo magnánimo, de lo más cercano a lo más remoto, vigila y bendice. ¿Cómo? Con el amor fraterno de nuestros hermanos y sus hermanos, pues el amor y el efecto de nuestra obra, prevalece después de nuestra materia en el mundo como ya escribí líneas arriba.
No tengamos duda: en plena armonía convivimos, compartimos, aprendemos y mejoramos personal y espiritualmente. Es el camino a la gloria del Gran Arquitecto del Universo que mencionamos.
Cierro con la frase de un Querido Hermano anónimo:
“Los hermanos, cualquiera que sea el origen que dote a estos de tal investidura, deben amarse y respaldarse. Vivir juntos y en armonía, debería ser la más noble aspiración de todo francmasón.”